Rolando Rosas Galicia


Mi perra

Las niñas le tiran piedras.
Y las amas de casa mendrugos con veneno.
Mi perra,
mientras durmió conmigo,
fue inmaculada.
Pero un día de primavera
se fue a la calle.
Y el perfume de su sexo
entonces sólo mío
fue de la jauría.
Las carnes del “Duque”,
del “Sultán”,
del “Diablo”
y otros
miserables,
escuálidos,
florearon su capullo,
lo aguangaron.
Le dejaron sus pulgas y su rabia.
Y esta,
endemoniada comezón,
que con nada se quita.

Los zapatos

Andan juntos, a todas partes van.
Uno solo es inservible, huérfano, cojo.
Son humildes, soportan los hongos, la comezón
las heces de los perros.
Al filo del cansancio caen donde sea.

Como el agua al vaso
adquieren la forma del pie que los contiene.
A veces los veo alejarse en busca de otro niño
el que se cortó el dedo gordo en un basural.
En la crepitación de fuego
o bajo el salitre claustrofóbico
estarán conmigo.
Ellos saben aquello de morder el polvo.

Olvidos

Nacen con nosotros
Salen a la luz impregnados de nuestra carne
Son ancestrales en cada trozo
en cada fibra de nuestro cuerpo
Por ellos sobrevivimos
A veces son gatos apareándose a media noche
En otras la gata ciega agarrada a una rata
y los dos matándose por todo el patio
A donde vayas, vamos contigo, me dicen al oído
Murmuran a la mitad de la pesadilla
y estoy desnudo del ombligo a los pies
Casi siempre están hambrientos: escríbenos, me ordenan
Yo tomo el colador, los dejo caer
y el viento se lleva el basural
Un delgado hilo de finísimo polen me baña
me viste y entonces entro a las sombras
No tengo miedo

Jardinería

Todos los días hago un jardín para que lo vivas,
podo las ramas secas del rosal y me quiebro.
Barbecho a pesar de ti.
Sé que te duele que quite la ponzoñosa ortiga,
la amapolita, el acahual y el doloroso cardón.
Déjalos ahí, que crezcan como si no estuviéramos, me dices.
Es tu infancia en el Mezquital.
Obsesivo en remover la tierra
escucho el rumor negruzco de la tierra chinampera,
arrastro mis dedos, estrío mis uñas al colar
y hago montones de yerbajos y piedras.
Luego amargo y festivo me siembro
como deben sembrarse las semillas, hacia adentro.

Caballo viejo
[Fragmentos]

XII
Dile dolor al cuerpo así se llama.
Dile que muera que maldiga el llanto de la nodriza.
Es oscuro acanto la carne dolorida del que mama.

Dile dolor acércale la flama punzante a la pupila.
De amaranto es la semilla cruel que suda tanto amor
y quema suave en débil rama

Cruje allí la pasión.
Es disecado animal carne en bruto la esperanza.
Agua fugaz de un tiempo malogrado.
Todo dolor es bueno en la labranza.
Toda semilla es pura en lo escarbado.
Si la mancuerna es dura y no se cansa.

XIII
Es mi agrio corazón el que se ofrece.
Ácimo pan sobre la limpia mesa.
Pártelo en dos y mira cómo brota la saliva espesa de sal.
Bestia oscura y ciega.

Pruébalo apenas y si encuentras su odio
sabes que no es el mar lo que tú escuchas.
A la distancia cruje la osamenta del que sueña.
Es el grito silencioso del suicida.

Traga su sangre amarga.
Bebe en su río / busca en el fermento.
Si encuentras algo de ternura apártala.
Los vinos dulces curten paladares dóciles.
Nunca el grito.
Más aguzado el gusto date rienda suelta.
Devóralo.

XVI
Sólo en el amor el cuerpo
se baña dos veces en el mismo río.
Sólo en su pantano el amante ofrece su pureza.
Y la mancha es la señal del abismo.
Puede olerse en su palabra la lujuria.
Beber su rebosante vaso de vinagre.
Sólo en el amor se transforma el cuerpo.
Su palabra seduce / corrompe al oído.
Se diluye en brebajes cristalinos / en amasijos de yerba.
Entra la sangre como una pus poderosa
y uno quiere mirarse largamente / contemplar su dicha / no tocarla.
Porque en la entrega todo es fácil.
Enredarse en el ritual / brama de víbora sedienta.
Hasta morder el polvo.

 

Rolando Rosas Galicia (San Gregorio Atlapulco, 1954), estudió en la Escuela Normal Superior y la Universidad Iberoamericana. Iniciado en la poesía en talleres literarios  publicó su primer libro, En alguna parte ojos de mundo en 1980, donde a través de mitos y personajes reconstruye la memoria colectiva del pueblo en las leyendas, el rumor de las iglesias y cantinas, en los rezos, en el lirio y el limo del recuerdo. Su obra ha sido reunida en Caballo viejo y otros poemas [2008] y Quebrantagüesos y otros poemas [2012].