Fátima Vélez

Primera orilla

Alejamos al cuerpo
del desprendimiento de sus partes
y no pudimos evitar que la marea descendiera.
Allí
un hombre tendido
abierto fragmentado
como todo lo que intentábamos salvar.
Acercamos la mirada
la limpiamos para confirmar
que no fuera otra de sus manchas
cuerpo de hombre
confirmamos
y si la tierra tembló mientras él me miraba
fue porque en su cuerpo resucitaron mis raíces
de nuevo los cielos eran fértiles
y sembramos jardines
que ondularon en la nada
dimos vida a los mares
que crecieron entre peces
el cuerpo se mantuvo firme
y fue evidencia de que entonces
no era la tierra la que temblaba
sino el silencio.

Calle 17


La calle desde el quinto piso
se debate entre serpientes
y un río de aguas turbias
y un movimiento destemplado
de dientes limándose en una acera
Desde acá
seis de la tarde
una vista del ring:
en sus respectivas esquinas
los dos guardianes
Uno, el pirata,
que a veces se llama Carlos y otras Pedro
tiene una infección en el ojo izquierdo
que está a punto de perderlo
Siempre que llego quiere ayudarme
a cargar las bolsas del mercado
a abrir la puerta del edificio
quiere ayudarme hasta con mis hijos
yo no lo dejo cuando se acerca
inclino la cabeza y el suelo habla del contagio,
de la impureza, de los agujeros negros,
del aullido de los perros,
de la compasión busco entre mis bolsillos,
encuentro una moneda y la entrego sin mirarlo
con cuidado de no tocarlo
de que él vaya a tocarme

El otro guardián envuelto en una bandera de Colombia
aúlla un partido entre Santa Fe y Millonarios
que se extiende por la calle 17
y asciende hasta el quinto piso donde
a las seis de la tarde la pastelería despliega su olor
y uno no tiene más remedio que respirar
la frescura condensada de la harina entonces se suspira
se piensa en lo que no se hizo
ahora que la tarde va cayendo sobre los antojos
sobre lo que produce el olor a pan sin el pan
y de pronto se estrella contra el vidrio o contra el corazón
nunca se sabe
la sensación de ser un pájaro estrujado por un gigante
el gigante no quiere hacerle daño, pero el pájaro no lo sabe.

Cuando parece que el cambio de luz está emitiendo señales
una palabra intenta cruzar el umbral
y aparece de nuevo la calle 17
que hace de la poesía prosa
que no permite imágenes cuando los paisajes
transmitían belleza por feos que fueran

Desde esta vista la realidad es sólida
y la guardo en bolsas con cierre
Las bolsas cambian de color y de estado de ánimo
abro la ventana
algunas se escapan
el aire las hace alborotar el cielo
hasta que caen
en la calle 17
los transeúntes no las recogen
los guardianes se acercan
y al abrirlas una esperanza en la garganta
una pluma entre las manos.

Alimentar a los caballos

Él dice
que si fuera animal sería un caballo
como el caballo marrón
que ella mira y dice “me excita”
¿cómo la excita? pregunta él
ella responde como si las cosquillas
quisieran reemplazarme, muy aquí,
con la escasa noción que pueden
tener las cosquillas del aquí
“seguramente el caballo la sepa abarcar bien” dice él
pero, advierte
“si alguna vez ella se acuesta con un caballo
no volverá a tocarla”
ella no está diciendo con perros con gansos con cabras
dice con caballos
pero No es un músculo enfático
y ella comprueba cuando toca su mano el No mayúsculo
impregnado de lomo
y dice no me acostaré con un caballo para que siga tocándome
lo dice en serio sabe
no existen otros caballos como él

Las montañas de Catskill
se hacen las que no oyen que no saben
y rodean un lago antes un pueblo
removido del núcleo para contener
la reserva de agua de la ciudad donde
él y ella toman agua de la llave
como si no estuvieran lejos
de lo que alguna vez los hizo cerca
de qué han estado cerca no del futuro
pero existe dónde
en el agua de la llave tal vez
si la mirada estuviera hecha para extraer lo otro de lo uno
pero el ojo no ablanda el cuerpo allá

Marrón con la sustancia de lo vivo
su cola espanta moscas
sabe producir mirada
comer, cagar, ver, oler una hembra
abalanzarse incrustarse
lastimar el reflexivo solamente en comer
comiendo, buscando más comida
gerundios del potrero
pero si hay una hembra
tumbar
arrasar
he ahí una palabra
he ahí una función
en contraposición
las hojas su postura de otoño
caen como si de caer
hubiera adentro un canto
inspección del nosotros en la caída
el yo se instala en ella
él muta en otro

donde hay un yo y un tú
hay un lugar donde crecen
y se ajustan y se enquistan las expectativas

Alerta no quedar en ese ahí de nos
qué hacer luego con esa pulsación
frente al semental jamás castrado
el espacio entre se cubre de atmósfera
la visión declina es ahora un asalto relinchante
y ella ya no está con una persona,
ni con un caballo está con la sensación de esa persona,
de ese caballo dirían que no se desea un objeto
sino un conjunto
no me acostaré con un caballo
dice ella
pero cómo sabemos
los que pronunciamos palabras y escuchamos promesas
los que creemos en mundos naciéndose y otros acabándose
el mundo de las moscas, por ejemplo,
el sexo con caballos, por ejemplo
de tanto desear que de ahí surja materia no como pus
no como llaman los espíritus a lo vivo
materia como un colgar
de la firmeza de un caballo
la firmeza en que la forma encaja
formas colgantes que se parecen a aquello que las desea

¿Qué se siente penetrar?
pregunta ella
debe ser, pero dígame usted sabe más de esas cosas
debe ser apretar
que flujo se haga súbdito
materia que habla sobre cómo siente su materialidad
¿humedad? ¿barro? ¿qué? Poder, dice él. Poder.
poder sacar de un cuerpo
donde el otro no es posible
el talón del amor en posición podálica
se podría hacer cuero de este momento
un cinturón de mirar un caballo
un cinturón marrón hala con su hondo animal
un cabalgar tal vez hacia un futuro
mejor hacia un presente
con anteojeras blindada
la ansiedad de ser otro tomados de las manos
la cabeza de ella descansa en la de él
y ella lo rascará, le dará guayabas, alfalfa zanahorias.

Como la abeja

Tú y yo y la aspereza de ser tú y yo
en este tubo de domingo
cuando un afuera existe

afuera es lo que llamo el adentro de la flor
y dejarse chupar de esa manera por la glosa
y surgir pavoneada en su para siempre
y si dos no somos suficientes
para dar forma al sentir de la flor
en qué momento dejamos de saber lo
que es tener un polvo

He visto cómo el hombro descubierto
la apenas voluptuosidad de un hombro
segregan en ti rosadito de éxtasis
mientras, conmigo lo haces rápido
en medio de mi cuerpo das de comer a tu placer
te haces encima y no te gusta
que me haga encima porque entonces no puedes

Un poco de miel y ser como la abeja y batir el aire
hasta hacerlo consciente de sus átomos
hasta que el aire
no sabe si es aéreo elevación brotada
o zánganos uno a uno o lo líquido
saboreando lo que dura el siglo de una abeja
confundida con el aire para que otros zánganos
se exciten en crujido de bolas estalladas
como no puede hacerlo el equilibrio

Como solo la abeja y la mujer
de un video porno que vi
Ella acostada sobre la desnudez
en una multiplicación rimada con el vértigo
diré que esa fibra de hombres
que ella toda entrega sonreía
y ellos esperaban su turno
como esperan los hombres en los bancos
civilizadamente
y en ese mientras tanto
en ese en vez de aullar
mostrarse los colmillos
un batir de subidas y bajadas
melódico atmosférico
cada uno dejaba lo que podía en ese ahí
que no era de lugar sino
de cuerpo afeitado para que
la pureza se encontrara con la nada
y a algo olía
que sólo en los mitos y la mujer esparcía
con los dedos
con gesto maternal los esparcía

Yo creo, amor, nuestro deber es el placer
placer de ti un ejército de hombres
placer de mí un ejército de géiseres
placer lamernos en calor inaugural
placer de la primera o la segunda o la centésima
placer hurgar en cuatrocientas noches diferentes
placer con cuatrocientos cuerpos encontrarnos
placer en un nosotros líquido y espeso
placer en un aquí de la abeja y de los átomos del aire
y el ADN de un adentro cualquiera
incluso el del domingo.

 

Fátima Vélez Giraldo [Manizales, 1985],estudió literatura en la Universidad de los Andes, y es máster en escritura creativa de las universidades Nacional de Colombia y Nueva York. Fundó una residencia para artistas, e hizo parte del equipo de una curaduría de un salón regional de artistas. Su libro de poemas Diseño de Interiores ganó el Premio Ciudad de Bogotá 2015. Ha publicado Casa Paterna (2015) y Del porno y las babosas (2016). Vive en Nueva York donde hace un doctorado en Literatura Hispanoamericana en el Graduate Center de la City University of New York.