Eva Strittmatter

Eva Strittmatter (Neuruppin, 1930-2011), nacida Braun en la capital del distrito de Ostprignitz-Ruppin del estado federado de Brandeburgo, hizo estudios de germanística y lenguas romances en la universidad de Berlín. Mientras trabajaba en la sociedad de autores conoció a Erwin Strittmatter, un novelista y dramaturgo que también se había desempeñado en un cargo oficial con el gobierno de la RDA. Se casaron en 1956, y su marido decidió mudarse a una casa de campo en Schulzenhof, donde Eva se ocupaba de atender a Erwin en su trabajo literario, trabajaba en la granja y criaba sus cuatro hijos,  uno de un primer matrimonio y los otros tres con Strittmatter. Tanto ella, como él, fueron parte del establecimiento literario alemán así vivieran alejados del poder. Ella era veinte años menor que él y por haber dedicado mucho de su tiempo al trabajo de su marido, Eva comenzó a publicar su obra bien entrada en años. Tras su muerte, continuo dedicada a proteger su legado literario y estuvo envuelta en una controversia según la cual, Erwin había hecho parte durante la guerra de un batallón de la policía vinculado a los SS y a crímenes de guerra.

Fueron años de vida exigente que ella ha descrito como una suerte de mecanismo de defensa contra los desafíos que le tocaron en suerte. “No pude ser solo la mujer de un escritor, tenía que escribir yo también para mí misma” dijo. “En mi mandil permanecían por largos momentos el papel y el lápiz esperando el momento de poder continuar con la redacción de mis asuntos”, “tuve que crearme una segunda piel para protegerme de la piel habitual que me habitaba” porque creía que al escribir, motivada por la belleza del mundo natural, la conciencia de la infelicidad, el temor a la vejez y la muerte, podía superar las desgracias que le traía el destino.

Eva Strittmatter fue una de las más populares poetas alemanas del siglo pasado y uno de los impensables éxitos comerciales en la RDA. La honestidad y simplicidad de su estilo le ganaron miles de lectores en la RFA. Sus poemas y su prosa, centrados en la observación de la naturaleza y sus transcripciones literarias como paliativo en la lucha contra la muerte y la dureza de la vida le garantizó cierta libertad ante las eventuales dificultades políticas que pudo tener con los gobiernos comunistas de Alemania Oriental. Su poesía, incluso desde cuando empezó a ser publicada en periódicos, se hizo más famosa al aparecer en volúmenes a partir de los años setentas. Su primer libro  Ich mach ein Lied aus Stille (Voy a hacer una canción del silencio) fue un título apropiado para alguien que surgía del aislamiento rural y la sombra del marido. Más de diez libros de poesía le siguieron, con títulos como Mondschnee liegt auf den Wiesen (La nieve de la luna en los prados) y otros que describen su vida y la que llevó junto a su marido.

 

Más de dos millones de copias de sus libros se vendieron entonces en la RDA, y aun cuando su estilo pudiera parecer ingenuo o cursi, muchos lectores le admiraron tanto en los círculos literarios del este como del oeste, donde llegaron a compararla con el joven Heine o la poeta westfalia del siglo XIX Annette von Droste-Hülshoff, que vivió una vida similar en un remoto territorio y escribió íntimamente sobre su vida doméstica y la naturaleza. Strittmatter sostuvo que admiraba a Goethe y Pushkin. “A medida que envejezco”, dijo en 1990, “me he dado cuenta de la constante relación que he mantenido en mi vida con la naturaleza y lo que he sentido por ella”. Sus vínculos con Schulzenhof  fueron desapareciendo cuando sus hijos crecieron y pudo disfrutar de sus viajes a otros países, en especial a los de Asia Central e Islandia.

 

La naturaleza se fue haciendo cada vez más una presencia tranquilizadora en su vida al enfrentar los cambios turbulentos del mundo que le rodeaba. El colapso de la RDA en 1989, porque sin haber sido defensora del régimen comunista, tampoco había sido una disidente y en ocasiones se había mostrado obsecuente con las directrices del partido en apoyo a la llamada paz y el socialismo. En nueve meses de 1990 perdió a su madre, a su marido y uno de sus hijos, pero siguió publicando y cuidando acabar con la edición de la obra del difunto. Cuya reputación pareció venirse abajo al descubrirse en 2008 los servicios que había prestado a los nazis en los exterminios de Eslovenia, Grecia y Polonia, así ella insistiera que él no había participado directamente en los crímenes y que se había alistado para evadir la presencia de su primera esposa. Los últimos años de su vida estuvieron plagados de enfermedades y solo la poesía parecía ayudarle a seguir con vida.  "Al final", escribió en una posdata a Wildbirnenbaum (Peral silvestre), "el caos y el desconsuelo siempre encuentran concordia en la palabra rendida". Recibió el Premio Heinrich Heine en 1975.

 

SOS

Puede que sólo se trate de la tristeza
habitual de noviembre.
El no quiero nada y no sé nada.
La falta de ánimo y de ganas.
Disfrazada de enfermedad y miedo a la muerte
susurra el fin, el fin…
Quizá, como siempre, basta un día soleado
para que se produzca el cambio…
Hang-over de oscuridad.
Asqueada de la lluvia.
El amor y las palabras se vuelven inciertos
en el Océano Pacífico del tiempo.
El tsunami de lo absurdo.
Arrojada al suelo: yo.
Insignificante. Existo existo.
Un radiograma de mí para mí.

[I.G.]


Depresión

Estoy muy cansada: cual fuego casi extinto.
El perro caza moscas. Cae la lluvia,
que tan pronto bendigo como maldigo.
Y el viento del atardecer no se lleva más que
naderías. Los sentimientos más nimios.
Ora esto, ora lo otro.
Temblando por el frío de la lluvia,
la amarga hierba se encorva ante el viento.
Yo estoy a cubierto y como en casa.
Y en los anchos caminos de los prados
brotan los primeros hongos.
Se podría estar tranquilo y feliz.
El mundo es redondo y está cubierto de un manto verde.
Todo es sólo un etcétera.
Y aun cuando está nublado, hay luz.
Todo eso viene de dentro.
Fuera hay abedules, hierba y piedra.
Pero hay que empezar por uno mismo.
Y cuando también eso es difícil, entonces, ¿qué?

[I.G.]


Autorretrato superficial

Terriblemente cansada, a causa de la debilidad.
Casi desfallecida,
lo que mina el deseo de ser responsable.
Síntomas de una bajada de tensión.
Herida la columna por críticas provincianas.
Es decir, encorvada y no optimista.
Así de simple. Sin motivo, en realidad.
Que respira con pulmones y branquias:
un pez terrestre.
Un sol inmóvil: tú también, Bruto.

[I.G.]


Van Gogh, los otros y yo

Sería mejor para el mundo
que yo no apareciera en mis Obras.
Alguien que sentía algo parecido cogió un cuchillo
y se cortó la oreja poseído por la tristeza.
A pesar de todo lo que con tanto esfuerzo había pintado,
era incapaz de encontrar la paz.
Lo torturaba algo como un crimen
que no conseguía callar,
porque hay algo en nosotros que quiere fundirse
con todo lo perceptible y lo imperceptible.
No podemos borrar nuestras huellas
y luchamos por un período de gracia
para demostrar nuestra inocencia.
Más, al mismo tiempo, nadie nos acusa.
No les importamos ni a los dioses ni a los ancianos.
Vivimos de la megalomanía
que mostramos ante el juicio del mundo,
ante el cual se justifica toda palabra.
Y se ve cada pincelada.
Y con alguno se demuestra: que no se ha equivocado.

[I.G.]


Anomalía

Me gustaría dejar de escribir poesía.
Como se desea dejar de fumar.
Me gustaría vivir
y no caer en la desesperación.
La adicción a las palabras es enfermiza,
un gusano en el cerebro, una anomalía.
Como siempre, estoy huyendo.
Sigo sin alcanzar mi objetivo:
la paz y el fin de todas las preguntas.
Nada conservo de los días hermosos.
La escritura ya nunca tiene armonía.
Sólo desgana, la caída en la autonegación.
¡Y volver a levantarse!
Qué bueno sería vivir felices sin palabras
ante la visión del mundo.

[I.G.]


Nube

Cuando quiera hablar de ti,
diré nube.
Y sobre el amor guardo ahora silencio.
Si quiero quejarme de mi miseria,
diré: hace viento.
Nos callaré.
Sólo tú sabrás qué son las nubes
y qué anuncian los vientos.


La poesía es un suicidio. Me estrangulo.

Con cada verso que pongo por escrito
asfixio mi Yo que respira.
Que quede con vida depende sólo
de que cometa un asesinato.
Porque no soporto más
no entenderme a mí misma.

Lo que quedará de mí

Lo que quedará de mí: cuatro hijos
(mi coartada humana).
Y puede que una bonita fotografía
que se me parezca.
Que me muestre riendo.
No enseño la cara que pongo
cuando lloro.
Quedarán entonces: los poemas.
Puede que dos o tres sigan siendo conocidos
durante un poco más de tiempo que el resto.
Y eso también pasará.
Es curioso saber eso
y volver a levantarse.
Y tener que seguir viviendo
como si fuera para siempre.

[I.G.]
 

Violencia

Dejaría que mis hijos comieran piedras
sólo para traer dos palabras al papel.
*
Rompe contra mí. Va a devorarme.
*
Nace el verso como grito.
Pero vosotros me oís cantar.


Demonio

No me puedo salvar.
Me voy a pique.
No hago otra cosa que autodestruirme.
Cada hora resulta insuperable.
Y mi poesía es una droga.
Quién me ha perdido.
Quién me ha traicionado.
¿Qué ocultos hechos pasados
debo purgar?
¿Quién sucede dentro de mí?
¿Quién les calla a mis palabras el contexto
y confunde su significado?
Bien puede ser que sea yo.


Gramo

Escribe al lavar, escribe al cocinar.
Debo sentir que existo.
A veces, en siete semanas
gano un gramo de poesía.

Izaskun Gracia


Mi país

No tengo ni idea de qué debo amar:
me duele el país en el que vivo.
Este país desgarrado. Increíble y lleno de soñadores.
Un organismo con dos corazones.
Como hermanos siameses:
uno experimenta cada movimiento del otro.
No hay pena que sienta uno
y no el otro.
No pueden separarse.
Y quieren ser independientes.
Deben arder
o continuar odiándose…
Y me exigís que lo ame,
este país maldito en el que vivo,
mi país maravilloso y herido,
con el que caigo
o me levanto.

[I.G.]