Hamelnitas, vividores y otros fandangos

"Invertir en Cultura es una excelente opción de Negocio” Rocio Arias Hoffman, gerente de Serendipity [2009]

Hamelín estaba infectada de ratas.
Un flautista  empezó a tocar y las ratas
caminaron  hacia donde la música sonaba.
El flautista se dirigió hacia el río y las ratas,
que iban tras él, perecieron ahogadas.

Der Rattenfänger von Hameln [1284]

Hace años vienen perpetrándose en Colombia con auténtico furor venal, unos eventos donde, o se busca serrucharse el dinero de los contribuyentes, o alcanzar las ilusiones del poder que ofrece la vida muelle, es decir, la zanganería. Todo justificado con el cuento que reúnen raudales de gente, pagando o gratis, siempre convocada con dinero público, que de eso se trata. Porque todo dinero es público, incluso el que guardan en sus arcas los exquisitos banqueros y más, los multimillonarios y desocupados terratenientes, propietarios de extensos cultivos de palma africana o sabanas donde engordan sus brahmanes y los cuadros de cientos de pintores locales, que adornan el paisaje de sus extensos pisos y los despachos de las fundaciones ficticias donde socavan el dinero de los contribuyentes. 

Unos responden que la crisis social de ciertas ciudades, el galopante incremento del desempleo y la infatigable hambruna produce esos efectos, y otros, por ser el axioma de la sociedad de consumo, un fogón más del dinero que sonsaca la publicidad y la necesidad de sentirse alguien, como en los llamados festivales Hay, Ajipique, Malpensaste y las borracheras y hartazgos de Andrés Pecho de Vaca, que la semana que ya pasó, según cuentan, reunió entre sábado y domingo 11 mil devotos y un producido de 850 millones de pesos. ¡Virgen del Perpetuo Socorro!. La nueva fe es un menú de carne de cuca rociada con perico.

La pobreza urbanizada y los cinco millones de desalojados explicaría por qué grupos de marginados se refugian en la <<poesía declamada en lenguas enigmáticas>>, como sería el caso de Medellín, donde mongólicos, americanos, caucásicos, malayos, etiópicos, zambos, bosquimanos, cuarterones y saltatrás chillan, braman y claman en bereber, nubio, cordofán, abo, omótico, cusítico, ijoid, benue, dogon, kru, mande, sandawe, jalaa, etc., por cuyas estas y otras razones inexplicables el Congreso de la República ha obligado al presidente a firmar para “El Mono”, un filo comunista y seudo farciano adicto a todas las formas de lucha, una canonjía vitalicia de 700 millones anuales. Nada mejor que ser enemigo del gobierno porque le mantienen a uno todos los vicios y le pagan las vacaciones con dos hembras, la transcripción de la obra a trescientas lenguas vivas y muertas y una página en inglés en Holanda, tierra de toda clase de prostis y putos.

Otros de esos espectáculos son para la clase ociosa y los diletantes universitarios, que prefieren ver a oír o leer. Para ellos es Hay, Ajipique y El Mal Pensaste, que cuenta con la colaboración del más ilustre y dolido de los huérfanos, el rey de los sin padre, el único que ha ganado millones con el fusilamiento de su papá, porque nunca aprendió prosodia ni sintaxis pero sufre desazón obésica ante los que hablan con una zeta en la punta de la lengua, y quien, sin duda, está arruinando El Espectador, hoy al servicio de una cuadrilla de ineptos vividores, dignos de una gerencia del Banco del Estado.

La Poesía, la Danza, la Música, con mayúscula, nunca fueron para las mayorías ni necesitan serlo. No tiene agentes de bolsa ni de viajes, ni redactores de discursos oficiales, ni cumplen setenta años, ni tienen casas ni fundaciones donde se dan cita los hambrientos aspirantes a cargos diplomáticos. Porque eso es lo que desean, un puestico cerca del presidente de Francia o el Rey de España. O una plática que venga de las manos de un tirano, bujarrón si mejor.

Hace unas semanas el régimen de la hermana república concedió sendos laureles a dos ínclitos representantes de las letras, los dos juntos muy adictos a lamer culo, por la diestra y la siniestra. Pero lo que la gente no sabe es que debieron donar más del cincuenta por ciento del producido al que había organizado todo el paquete, un viejo dipsómano erectólogo, que integró los comités de remuneración con valetudinarias, redactoras de proclamas balleneras, admiradoras de la secuencia de la mantequilla en Last Tango in Paris, copistas de oficio e inventoras de géneros literarios, redactores y firmantes de penas de muerte en islas del Caribe y difuntas insectívoras, consumidoras de canceres. Todo lo había aprehendido golemando, desde que vivía en La Pedregosa de Mérida, a un embajador [Colombia, Cuba, Suiza, Chile, Haití, Israel, Dinamarca, Noruega y Polonia] poeta director vitalicio de la Revista Nacional de Cultura, a quien hizo millones de fotos que pagaron los gobiernos adecos y copeyanos. No en vano había descolgado del Hotel Guadalupe de La Puerta buena parte de la obra del pintor Vestrini, y de varias iglesias cuadros coloniales, sin contar los cientos de trabajos que colgó en La Otra Banda, la galería de la Universidad de los Andes, y que nunca volvieron a saber de ellos sus dueños.

Luego, en la Feria del Libro de 1997, celebraron en Andrés Pernil de Vacuno, el 9 de Mayo, la aparición de su recetario poético con una espectacular cena donde las garrafas de vino llevaban nombres de poetas de las dos repúblicas; en todas las mesas reposaban ampolletas de leche sin cuajo pero con grabados eróticos, con criadillas de diversos colores, la ensalada era un invento al detalle y los meseros ducharon con un espray serpentina oliendo a pedos a los comensales.

Desde entonces el intrigante de marras ha participado en toda clase ferias y festivales como la gran fiesta que anunció el matrimonio del ex presidente y la caraqueña, Encuentro del Amor y la Palabra, que con los auspicios del alcalde trajo a Bogotá más de 100 poetas del mundo, incluso colombianos, a fin de acompañar la exquisita pareja de enamorados, evento que quedó registrado en otro lujoso volumen impreso por Arte 2 Gráfico. Cada una de estas lumbreras recibió una elevadísima suma de dólares y no sólo fueron hospedados en las Residencias Tequendama la semana que duró el evento, sino que gozaron de una limosina del hotel a su servicio.

Este año, coincidiendo con la concesión del Premio de Poesía al hijo del sastre, el merideño prologó e hizo publicar por Monte Ávila Ávido mundo de María Baranda de Hinojosa, quien junto a 14 poetas venezolanos, uno de ellos gobernador y cantor de Anzoátegui, calumniado por la muerte de un estudiante y su compinche comercial en varias editoriales públicas, vendría a Bogotá luego de pasearse por Cartagena y disfrutar del Hotel Santa Clara y en el restaurante bailadero de Chía se dio inicio a la negociación del Premio para el campesino tolimense, que ahora desea, para celebrar su conquista de América, dilapidar 50 mil millones en unos globos aerostáticos que planearían sobre Bogotá cargando con sus amigos LGTB disfrazadas de próceres. Todo concluiría con una visita de este último a Caracas a finales de Mayo para participar en el Foro El desafío americano, simultáneo a la visita de Mario Vargas Llosa, que fue detenido en Maiquetía y a quien Chaves desafió a debatir, precisamente, con WOB. La curda entre los hijos del Páramo de las Letras y la Sierra de Mucuchíes fue digna del Rómulo Gallegos.

Premios de un gobierno que persigue e intimida a sus opositores; ocupa puertos y aeropuertos; condena militares disidentes a largos años de prisión; insulta presidentes y dignatarios extranjeros; vende como pulpa de papel 62.262 libros de las bibliotecas del estado Miranda; ataca el cine que hace Hollywood; convierte las editoriales estatales en productoras de libros de ideologización partidista; arrodilla la investigación y la libertad de cátedra o cierra los Ateneos de Valencia y Caracas.

Como diría Dámaso Pérez Prado: Mamo, Ají Picante, Mambó.

Harold Alvarado Tenorio

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