| Regalo abierto Susana me ha enviado del surun almanaque
 para que yo
 por fin
 aprenda a envejecer.
 Como es azullo miro
 pero es Mamá
 quien le arranca las hojas de los días.
 Es un regalo buenoporque marca
 también las estaciones
 y así uno sabe
 exactamente el momento que tiene que abrigarse.
 Así uno salecon prudencia en la primavera
 y no se deja seducir
 por la belleza prevista y anunciada.
 El almanaque de Susaname hace saber también
 con precisión
 que a veces
 mis amigos pasan frío
 y tienen que salir a la neblina
 y a la nieve
 en la desolación de los inviernos.
 Aunque no es un calendario del trópicolo entiendo
 y disculpo su distancia con el tiempo insular
 y el donaire con que realiza el inventario de mi materia trágica.
 Me llegó del suren enero del año 2001
 y ya me falta el aire.
  Orden de registro ¿Qué buscan en mi casaestos señores?
 ¿Qué hace ese oficialleyendo la hoja de papel
 en la que he escrito
 las palabras “ambición”, “liviana” y “quebradiza”?
 ¿Qué barrunto de conspiraciónle anuncia la foto sin dedicatoria
 de mi padre en guayabera (lacito negro)
 en los predios del Capitolio Nacional?
 ¿Cómo interpreta mis certificados de divorcio? ¿Adónde lo llevarán sus técnicas de acosocuando lea las décimas
 y descubra las heridas de guerra
 de mi bisabuelo?
 Ocho policíasrevisan los textos y dibujos de mis hijas
 se infiltran en mis redes afectivas
 y quieren saber dónde duerme Andreíta
 y qué tiene que ver su asma
 con mis carpetas.
 Quieren el código de un mensaje de Zucuy en la parte superior
 de un texto críptico (Aquí una leve sonrisa triunfal del camarada):
 “Castillos con caja de música. No dejo salir
 al niño con el Coco. Yeni.”
 Vino un especialista en intersticiosun crítico literario con rango de cabo interino
 que auscultó a punta de pistola
 los lomos de los libros de poesía.
 Ocho policíasen mi casa
 con una orden de registro
 una operación limpia
 una victoria plena
 de la vanguardia del proletariado
 que confiscó mi máquina Cónsul
 ciento cuarenta y dos páginas en blanco
 y una papelería triste y personal
 que era lo más perecedero
 que tenía ese verano.
  Adivinanza ¿Qué le dijo Pancho de Oráa a Madonna? Nada, porque no la conoceél solo quiere saber de su hijo
 y reconstruir con sus poemas
 las casas viejas que se caen en La Habana.
 El mira los alquitrabes y las columnatasy las describe luego como se imaginan que fueron.
 A veces las habitapone murmullos en los pisos altos
 y a un niño jugando en el zaguán.
 Alguien que se ha entregadoa salvar una ciudad
 una civilización
 una familia
 no tiene tiempo de conocer
 a mucha gente.
  Alicia en el país No conozco Irlanda todavíani he podido viajar a Inglaterra.
 No fui a Lima por fin
 ni a Miraflores
 ni me casé contigo.
 Nunca escribí el libro que queríamos—unos versos serenos y apacibles—
 y no pude leer la Biblia en esos años.
 No fui a misa, es verdad.Perdí el escapulario
 o lo escondí por miedo.
 Rompí la esquela de tu direcciónporque era peligrosa.
 Te cambié la identidad en las fotos de grupo:“La de los ojos claros
 es una joven marxista peruana”.
 Pero al final las escondí también
 o se perdieron.
 Esto, como verás, ya no esun mensaje de amor
 sino la crónica impura
 de un ser humano
 en su vórtice negro.
 Porque después resueltamente
 me hice simulador profesional
 un animal ajeno
 amaestrado y escurridizo
 que yo mismo no quería conocer.
 Encontré, mientras te borrabay te desvanecías
 amor, imitaciones y carne de poesía.
 Trabajé como indigentey borracho oficial en mi país
 durante varios años
 y renuncié al empleo.
 Estoy muy viejoy lo único que he perfeccionado ultimamente
 es mi manera de mirar el mar.
 Espero que estés vivay que te alegren estas noticias mías.
 Sigo en La HabanaAlicia
 sigo en Cuba que es
 por lo menos para mí
 el país de mis maravillas
 sigo en La Habana
 y lo recuerdo todo.
  Dolor y perdón Ahora me propongo perdonarlo todopara dejar limpio mi corazón cansado
 dispuesto solo a la fatiga del amor.
 Así es que los culpables directos de mis furiaslos arduos artesanos de mis penas
 son inocentes después que firme este poema.
 Nada tengo ya contra quienes usaron mi vidami única y pobre vida pasajera
 para tocar la gloria y vivir en su vana geografía.
 Comprensión y complicidad ante las dulces muchachastrasvestidas de brujas
 que solían dejarme en la ciudad estrujando mi sombrero de paño.
 Absueltos los difamadores y los tontosolvidados los policías que me hostigaron
 borrados de la memoria los que asaltaron mi casa con una orden de registro.
 En un limbo de otra constelaciónel que firmó la orden
 y ordenó los castigos.
 Un poco mas alláel que hizo salir a mi hija Cristina de su patria
 y a mí de la razón.
 De estos miedos y esas ansiedadesde esta estación de escombros y fulgores
 tienen la culpa los días de la semana.
 Esos lunes con filo de navajalos martes romos, neutrales y tenaces
 y el día miércoles con sus ínfulas de puente corroído.
 El jueves con cara de extranjeroel viernes y sus ríos de vanidades
 el sábado traidor y encapotado.
 Los domingos pueriles y vacíos. Ellos son, seguramente, los culpablesempecinados en la servidumbre
 del Padre Tiempo Eterno
 que hoy dispone mi vejez
 para que olvide.
 
           Raúl Rivero Castañeda (Morón, 1945). En 1969 recibió con Papel de hombre el Premio David. En 1972 el Julián del Casal de la Unión de Escritores y Artistas (UNEAC), por su libro Poesía sobre la tierra. Su más reciente antología —Herejías elegidas -apareció en Madrid en 1998. Ese mismo año la Editorial Decourvert publicó en París: Signé a La Havanne. En 1991 firmó la llamada Carta de los 10 pidiendo reformas y espacios democráticos y desde entonces fue condenado al ostracismo y se le prohíbe viajar. Pronto aparecerá en España su libro de crónicas Lesiones de historia, una recopilación de artículos: Pruebas de contacto y en México el libro del que se han tomado los poemas que publicamos.  <<< Volver |