Jorge de Sena

Oda a los libros que no puedo comprar

Hoy, hice una lista de libros,
y no tengo dinero para poder comprarlos.

Es ridículo llorar por falta de dinero
para comprar libros, cuando a tantos le falta para no morir de hambre.

Pero también es cierto que yo vivo aún peor que mi vida difícil, para comprar algunos libros -sin ellos, también me moriría de hambre-, porque el exceso de dificultades en la vida, la cuenta, al final cierta, de traiciones
y puertas que se cierran,
los lamentos que oigo, los diarios que leo,
todo eso lo tengo que ligar a mí profundamente,
a través de cuanto sintieron, o solos, o mal acompañados,
algunos otros que, si les hablase,
destruirían sin piedad, a veces sólo con el rostro,
cuanta humanidad yo voy pacientemente juntando,
para que no se pierda en las curvas de la vida,
donde es tan fácil perderla de vista,
si la curva es más rápida.

No puedo ni sé olvidarme de que se muere de hambre,
ni de que, en breve, se morirá de otra hambre mayor,
del tamaño de las esperanzas que ofrezco al apagarme,
al atribuirme un sentido, una ausencia de mí,
capaz de permitir la unidad que una presencia destruye.

Por eso, necesito comprar algunos libros, unos que nadie lee, otros que yo mismo mal leeré, para, cuando una puerta se me cierre, abrir uno de ellos, hojearlo pensativo, abandonarlo por inútil, y salir de casa, contando las monedas que me quedan, a ver si alcanzan para el tranvía
hasta otra puerta.

Oda a al futuro

Hablaréis de nosotros como de un sueño.
Crepúsculo dorado. Frases calmas.
Gestos pausados. Suave música.
Agudo pensamiento. Sonreir sutil.
Paisajes deslizándose a lo lejos.
Eramos libres. Hablábamos, sabíamos,
y amábamos serena y dulcemente.

Una angustia deshecha, melancólica,
sobre ella soñaréis.

Y tempestades, desórdenes, gritos,
violencia, escarnio, confusión odiosa,
ignoradas primaveras muriendo
en las cuestas vecinas, las prisiones,
las muertes, el amor vendido,
las lágrimas y luchas,
la desesperación de la vida que nos roban
-apenas una angustia melancólica,
sobre la cual soñaréis la edad de oro.

Y, en secreto, tristones, extasiados,
hablaréis de nosotros -¡de nosotros!- como de un sueño.


Jorge de Sena (Lisboa, 1919-1978) es el escritor más significativo de la literatura portuguesa en la segunda mitad del siglo XX. Autor de una obra extensa y poliédrica, pues no hubo género ajeno a ella, fue capaz de deslumbrar en cada una de sus vertientes. Renovó la narrativa portuguesa con su novela Sinais de fogo, fijó la base estructural de la crítica literaria en su país con Dialécticas Teóricas da Literatura y sus aportaciones a la historia de la cultura resultaron decisivas para una comprensión científica de la importancia de autores como Camôes o Pessoa. Y aún le quedó tiempo y humor para burlarse de cuanto le parecía fatuo y ridículo dentro del mundo de las letras en los dos volúmenes de O Reino da Estupidez. Pese al acierto y relieve de toda su obra narrativa, ensayística y teatral, Jorge de Sena fue, sobre todo, un extraordinario poeta. Sus poemas fueron traducidos por Rodolfo Alonso.

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