Sharon Olds
por Will Derusha.

La incuria del tiempo

Por destacada e innegable que sea la voz femenina de Sharon Olds, su obra resiste en comparación con el contexto retórico de algunas poetas más celebradas de la época.
No quiere esto decir que Olds carezca de compromiso político o social, ni mucho menos. Sin embargo, el manantial principal de su poesía surge de las complejas y a veces perversas relaciones familiares. Algunos poemas celebran a los hijos y al vínculo sexual entre los esposos; otros indagan en la violencia que ha sufrido la hija de un padre alcohólico y abusivo y de una madre anoréxica y trastornada. Si la familia sirve de temática, los sucesos se presentan en el teatro del cuerpo en toda su materialidad. Olds trata sin piedad al cuerpo -el masculino y el femenino-, a la vez que profundiza en la materia desde las perspectivas más inusitadas. En algún poema, el cuerpo responde con la precisión de un instrumento musical, y en otro se parece más al modus operandi de un criminal. Aunque sean extrañas, novedosas o desconcertantes, las experiencias llegan a ser concretamente humanas mediante los sentidos físicos. Humanas y entendibles para los lectores. Es que la materia no piensa tanto como siente. Por el lenguaje directo, las imágenes asombrosas y la temática abiertamente sexual, muchos críticos califican a la poeta de valiente, atrevida, liberadora.
El visión corpórea y la compasión casi universal que inspiran la obra de Olds evitan la angustia y la rabia de poetas anteriores, como Sylvia Plath, a pesar de ciertas semejanzas de temática y perspectiva. No obstante, hay que citar a Plath entre las poetas que han influido en Sharon Olds, poetas consideradas como las primeras en aplicar temas marginales -por «femeninos»- en la poesía establecida. Muriel Rukeyser, con quien estudió en Nueva York, Adrienne Rich y Anne Sexton son otras mujeres que figuran en la lista de influencias poéticas. O tal vez sea más apropiado hablar de puntos de partida. En los primeros versos de Olds se notan ciertas tendencias, especialmente la iconoclasta, de la promoción anterior, pero pronto la voz rechaza decididamente el registro elevado del lenguaje, la división en estrofas y la integridad del verso tan evidentes en las poetas modelos. Olds busca un arte sin artificio: no quiere ponerse en medio del arte, sino experimentar, observar, vivir y después dejar en el papel la experiencia recordada tan directamente como sea posible, sin lo que denomina distorsión artística. Los versos de Olds sugieren un proceso de desnudez física, intelectual y emocional que resulta extremado incluso para los poetas confesionales. Pura ilusión, según Olds. Si bien relata los detalles más íntimos de una vida particular, la poeta insiste en que lo autobiográfico de la obra no es sino «aparentemente personal», y así lo explica.: «los poetas inventamos. Digamos que somos artistas».
Además de la temática familiar, la poeta se interesa por asuntos más públicos, como el racismo, la desigualdad sexual y la opresión institucionalizada en la historia y en el mundo actual. Algunos versos de esta índole resultan populares, y son reproducidos en páginas electrónicas. No obstante, los críticos coinciden en considerar tales poemas como la vertiente menos lograda de la producción poética de Sharon Olds. Tiene más éxito cuando manifiesta la conciencia histórica a través de poemas que se basan en fotos encontradas en libros o exposiciones. De este método ecfrástico procede el poema Fotografía de la muchacha, del libro Los muertos y los vivos (1983), tan indicativo también del enfoque corpóreo: la biología humana florece irracional e inútilmente en el cuerpo de una adolescente agonizante.
Una y otra vez, en La célula de oro -en poemas como «Primer amor» y «El recién nacido abandonado»-, Olds identifica la vida material con el dolor físico tanto como emocional, y cree que su oficio tiene que ver con la expresión, casi en el sentido literal de la palabra, de esta verdad: «Los poetas se parecen a válvulas de vapor, en que los sentimientos normales de la gente media se escapan y se ven». De varias maneras, es el padre quien llega a encarnar la verdad material, lo cual se hace patente en El padre (1992). En Mi padre me habla desde los muertos, el padre pretende ser la materia misma, y distingue a secas entre el amor en el sentido físico y el amor como sentimiento humano. A diferencia de los tres libros anteriores, El padre no se divide en apartados temáticos, sino que se concentra en la enfermedad y muerte de un individuo, principalmente a través de la reacción de la hija. El libro es una especie de autopsia, poemas de imágenes desgarradas, de emociones y motivos en conflicto que ya están suspendidos para siempre. En otros poemas vuelve a aparecer el padre monstruoso, borracho y cruel.
Dos de sus poemas que se centran intensamente en las partes del cuerpo son Primeras imágenes del Paraíso, de El manantial (1996), y Poema para los senos, publicado en la revista Ploughshares en 1999. El manantial traza la vida de una mujer desde la concepción y el nacimiento, a través de la niñez, la adolescencia y la juventud, hasta el matrimonio y la maternidad. El primer poema alaba el sexo masculino y el placer femenino; el segundo empieza con el mismo tono, pero cambia abruptamente de elogio a lamento.
Desde un principio, Olds ha explorado los límites de la poesía. En busca de lo nuevo, escribe sobre los funerales de ratas, el asesinato de peces de colores, el delito urbano y el sha de Irán. No obstante, tiende siempre hacia nuevos modos de experimentar el cuerpo, escribiendo, por ejemplo, sobre el pene del padre. Algunos poemas sobre el sexo deben clasificarse entre los mejores de toda su obra.
Otro de sus poemas, Suite de sueño, publicado en la revista Poetry en 1996, describe pensamientos y emociones de una madre que pasa la noche en un hotel con los hijos adultos. Más bien, la madre los percibe a través de capas de infancia y madurez. Pero llega el momento que cambia para siempre la relación familiar: los hijos ocupan el primer plano mientras la madre se convierte en el fondo, en el pasado. No obstante, se duerme contenta sintiéndose un poco más que mortal. El poema representa bien el aspecto de Olds que enfoca la familia de una manera positiva, tal vez la poesía más difícil de lograr.
 Queda por ver la influencia que tenga Olds en las poetas de la promoción entrante. Lo cierto es que ha extendido el terreno poético. Además, fomenta la poesía en persona, viajando y leyendo su obra.


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