Su verdadero nombre era Félix Rubén García Sarmiento, si bien tomó el apodo de Darío porque su familia era conocida como "los Darío". En 1886 viajó en Chile, país en el que se establecerá por un tiempo y en el que mantendrá una profunda amistad con Pedro Balmaceda Toro, que resultará crucial en su trayectoria literaria. Gracias a ella verá editado su libro "Abrojos" en Chile, en 1887, y tendrá la oportunidad de acrecentar sus conocimientos literarios con las lecturas de Bécquer, Zorrilla, Campoamor, Lamartine, Baudelaire, Hugo o Gautier. En 1889 el periódico "La Nación", de Buenos Aires, le nombró corresponsal. Tres años más tarde, siendo ya una figura nacional, le fue encargado por su gobierno viajar a España para acudir a las conmemoraciones por el cuarto centenario del descubrimiento de América. Hasta este momento, su aportación literaria consistía en poemas sueltos y "Primeras notas: epístolas y poemas", de 1885. Durante los años pasados en Chile dio a la luz "Canto épico a las glorias de Chile", de 1887, "Rimas" y "Azul", de 1888, y el mencionado "Abrojos". Con la primera de las obras citadas, un canto patriótico, ganó el certamen Varela. "Azul" es ya un libro de madurez. En él se manifiesta un cierto sentido aristocrático, exclusivista y de elevada elegancia. Sin embargo, no se trata de una elección del poeta, ni de una deliberada manifestación de superioridad, sino de una reacción ante lo que consideraba una vulgarización y trivialización de la existencia, en la que temas transcendentales de la existencia humana quedaban cubiertos, apartados u olvidados de las mentes de los hombres por mor de las vicisitudes cotidianas. Asombrosamente vitalista y emocional, su poesía dejaba traslucir a un hombre apasionado y radical en sus manifestaciones. Otra de sus grandes aportaciones es la renovación de la literatura en castellano, que enriquece con una apertura de miras y cosmopolitismo del que en aquellos momentos adolece. En la cima de su popularidad y capacidad creativa, sus obras son traducidas a varios idiomas y alcanzan gran difusión, siendo considerado como poeta a la altura de genios como Garcilaso, Lope o Bécquer. En 1896 publica "Prosas profanas", que amplía en una edición que ve la luz cinco años más tarde, y "Los raros", escrito en prosa. En 1898 volvió a España como corresponsal de "La Nación". Tres años más tarde se publicaron "España contemporánea" y "Peregrinaciones". En 1905 es la edición de "Cantos de vida y esperanza" la que le sitúa en el punto más alto de su trayectoria. Entre 1901 y 1905 reside en París, emprendiendo viajes por Centroeuropa y el Reino Unido. En 1907, año en que viaja a Mallorca, se publica "El Canto Errante". En 1910 fue nombrado cónsul de Nicaragua en España, cargo del que fue destituido tras la revolución en su país. Tras volver a París en 1910, trabajó en la creación de dos revistas, "Mundial" y "Elegancias", hasta 1915. Este mismo año se encuentra enfermo, víctima del alcohol, por lo que decide establecerse en Mallorca de nuevo, de donde viajó a Barcelona y Nueva York. Acompañado en sus últimos años por Francisca Sánchez, no logra restablecer su salud. Tras regresar a Nicaragua, fallecerá de hidropesía en 1916. Poeta profundo y alma inquieta, explora en realidades elevadas y espiturales, alejadas de la vulgaridad en que se inserta la superficie de lo cotidiano. A pesar de ello, no rehuye el contacto con el mundo material, sino que busca en él la belleza que no puede ser vista en primera instancia y se encarga de transmitirla, traducirla y hacerla presente a los de sus lectores. Como herramienta, recurre a aquellos elementos literarios que permiten definir y hacer ver realidades abstractas y difícilmente accesibles, como la metáfora o el símbolo. Con ello construye mundos, recrea ensoñaciones, plasma fantasías. Además de las obras citadas, es autor de "Cantos de vida y esperanza", "Todo al vuelo" o "Canto a la Argentina y otros poemas". También destacó como prosista, en especial en la narración de cuentos, como "El velo de la reina Mab", "El Dios bueno" o "La muerte de la emperatriz de la China". En 1915 se publicó su autobiografía "La vida de Rubén Darío".

Entre sus obras destacan: Epístolas y poemas (1885), Abrojos (1887), Rimas (1887), Canto épico a las glorias de Chile (1887), Azul (1888), Primeras notas (1888), Los raros (1893), Prosas profanas (1896), España contemporánea (1901), Peregrinaciones (1901), La caravana pasa (1902), Tierras solares (1904), Cantos de vida y esperanza (1905), Canto errante (1907) Autobiografía (1912), Canto a la Argentina y otros poemas (1914), Poemas de otoño y otros poemas (1916).