Diario de viaje

Alhambra

Los ángulos significan, y las proporciones,
se modulan de tono en tono
a medida que se despliegan los espacios.

Ninguna lengua del presente puede dilucidar
la inquieta armonía.

 

Cerca de Altea

Olores de cochino y almendras
envuelven la posada,

higos maduros revientan
en terrazas agostadas
al lado de una casa abandonada.

Más allá del cerro,
el imponente cancro de cemento,
Benedorm.

 

Girasoles

Campo tras campo de enormes flores amarillas
voltean los ciegos y pesados ojos
hacia su dios;

sólo una, cerca del borde, igualmente alta,
mira en la dirección opuesta.

 

La casa de Gaudí

Marchitas y arrugadas,
mis facciones tienen sin embargo
una afinidad natural con este espejo;
me coloca en una sala donde estaría sentada
(vestida en un negligé de mi madre)
esperando un futuro diferente.

 

La Pedrera hacia Sagrada Familia

Seres de la esfera anterior a los nombres
se yerguen relumbrantes en el techo
y se esfuerzan por ver con ojos aún no nacidos.

Más allá de un arco de extremidades virtuales
dos agujas lúcidamente ornamentadas
buscan un cielo más tardío.

 

Santa María del Mar

Entras desde la calle abarrotada
(piedras sometidas, encajadas)
y de repente el espacio se hincha,
oquedad dentro del cráneo
o cañón submarino entre arrecifes.

El olor de sal ronda ídolos
tan atenuados como algas.

 

San Juan de los Reyes, Toledo

Algo está pasando aquí,
se incorpora un misterio
en yeso y piedra,
pero no tenemos la clave.

Los nudos en el artesonado
encierran pedazos de verdad mágica,
y no sabemos la contraseña
para entrar en las fauces heráldicas

o cómo conversar con las gárgolas
de ancas humanoides.
Las máscaras en la escalera
se burlan de nosotros.

Caminos en cruz dividen
en cuartos iguales
el jardín de plantes perennes;
brilla glauco y plateado.

 

Catedral de Toledo

Las mujeres sensuales
- sirenas, taberneras –
en la reja que cierra el sanctum
advierten contra la blasfemia.
La blasfemia está dentro.

 

San Esteban, Salamanca

Las gárgolas empinadas entienden
la burla monstruosa:
la vaciedad y la danza de los átomos .

Los profetas solemnes,
inclinados para abarcar sus papeles protagónicos,
no ven nada.