Soledad

Nada igual a esta dicha
de sentirme tan sola
en mitad de la tarde
y en mitad del trigal;
bajo el cielo de estío,
y en los brazos del viento,
soy una espiga más.

Nada tengo en el alma.
Ni una pena pequeña,
ni un recuerdo lejano
que me hiciera soñar...
Sólo tengo esta dicha
de estar sola en la tarde
¡con la tarde no más!

Un silencio muy largo
va cayendo en el trigo,
porque ya el sol se aleja
y ya el viento se va;
¡quién me diera por siempre
esta dicha indecible
de ser, sola y serena,
un milagro de paz!

 

Soneto marinero

Digo tu nombre, mar, tu nombre ardido
de soles y de júbilo creciente,
y el corazón enamorado siente
más clara la presencia del latido.

Velero que navega repetido
por los quietos espejos de la frente,
regresa tu paisaje lentamente
como si retornara del olvido.

Y surge tu comarca marinera
con una trashumante primavera
de espumas en la mano de cristal.

Y tu voz de colores, y tu alada
corona de blancura trabajada
en gaviotas y pétalos de sal.

 

Ofelia

Con paso de gacela vulnerada
cantando vienes por el bosque umbrío
coronada de juncos, ramos , lirios.

Oculto entre los árboles
un silencio de pájaros anuncia
tu presencia,
y te llama el arroyo con los lentos
ademanes del sauce.

Enajenada sigues recogiendo
las últimas violetas. En tus manos
la postrera corona es la más bella.

Pronto la linfa sentirá tu peso
de seda,
y un breve instante flotará en su espejo
tu memoria.