Acerca de Once astros

Mahmud Darwish (Birwa, Palestina, 1942) ofrece en Once astros una rica variedad de seis largos poemas que testimonian su maestría en el manejo del lenguaje, los recursos poéticos y la visualización de un mundo que trasciende lo meramente personal para convertirse en la expresión de un sentir universal y épico.

Once astros sobre el epílogo andaluz, el conjunto de once poemas que presta su nombre a este poemario, parece tomar su nombre de la aleya 4 de la sura XII (José) del Corán: “... he visto en sueños once astros...”, si lo cotejamos con lo que dice Darwish: “... ¿son mis muertos o mis visiones lo que surge de mi sueño?...” (en Once astros, pág. 125) o bien cuando dice “quienes permanecieron, como nosotros, perplejos/ al borde del pozo: ¿Yusuf el sumerio es nuestro hermano, / nuestro bello hermano, para que le arrebatemos las estrellas de esta bella noche?...” (en Once astros, pág. 195). El poeta, expulsado de su tierra como José, vendido por sus hermanos a unos mercaderes, trata en ellos el tema de la pérdida de su mundo “...un mundo que ya no es mío...” (en Once astros, VII, pág. 68/69), la patria, el paraíso perdido, centrado en este caso en al-Andalus. Tampoco hay que olvidar que José es para los musulmanes un profeta y Darwish se siente como la voz de su pueblo “...el día... en el que la voz del individuo y la voz del pueblo se fundan en una sola...” (en Memoria para el olvido, p. 153) o como dice “... Todos los profetas son mi gente...” (en Once astros, págs. 125, 131).

Al mismo tiempo, se sabe heredero de una antiquísima cultura, de una tierra siempre invadida. Alza su voz diciendo: “... Extranjero, cuelga tus armas en nuestra palmera para que siembre mi trigo en el campo sagrado de Canaán...”, mientras palpita y late el terrible drama del pueblo palestino en toda su obra.

Tomando como tema al-Andalus, con todas las connotaciones que tiene para el lector y el oyente árabe de su poesía, Darwish, el gran poeta palestino, “the Palestinians’ revered poet laureate” según las palabras de la revista The Economist (16-22 diciembre 2000, nº 8201), profundamente comprometido con su cultura y su entorno vital, expresa con nitidez y claridad sus sentimientos, evoca el pasado “... Castilla izará su corona sobre el alminar de Dios...” y el presente “Desde que he aceptado el pacto de paz no tengo presente para pasar mañana cerca de mi ayer...”. Con una facilidad asombrosa, fruto de su madurez poética, y un lenguaje aparentemente sencillo sabe aunar la tragedia de los últimos representantes de la cultura árabe en España, cuyo epicentro fue Granada, con la tragedia de Federico García Lorca “... y matadme deprisa / bajo mi olivar / con Lorca...” y su propia condición de palestino “Y yo soy uno de los reyes del fin... soy el último suspiro árabe...”, a sabiendas de que “...no hay amor que interceda por mí...”.

Mahmud Darwish hace pasar la historia ante nuestra mirada, vemos cómo se detiene el caballo de Musa ante las olas del Atlántico, oímos los cascos de los veloces corceles mongoles, sentimos el dolor de la lanza del Cruzado, mientras el tiempo en su poesía es un todo que se redondea.

Como recursos, utiliza la ironía “... Entrad en nuestras casas, conquistadores, y bebed nuestro vino...”, la interrogación retórica “... ¿Al Andalus estuvo aquí o allí? ¿Sobre la tierra... o en el poema?...”, la metáfora “...he pulido el mármol de las palabras para que mi mujer atraviese descalza campos de luz...”, la personificación “el final camina hacia las murallas, seguro de sus pasos sobre estas baldosas mojadas de lágrimas...”, la antítesis “...la nieve es negra sobre nuestra ciudad...”, la reiteración, creando una atmósfera musical como si de una nube se tratara “...los violines...”, retoma trillados conceptos de la poesía preislámica y los reviste, creando imágenes de gran belleza expresiva “...mi corazón es pesado. Déjalo allí, aullando en torno a tu casa y llorando los bellos días...”.

No duda en evocar personajes del mundo clásico como Homero, Sófocles, Eurípides y César, ciudades como Roma, Atenas y Esparta, países como Egipto, Iraq, Persia y Babilonia, a la vez que Ibn Jaldún, Shakespeare, Rimbaud, Kafka y Rodin, Samarcanda, Moscú y París, la Ítaca de Kavafis, New York, el Mississipppi y los indios pieles rojas frente al hombre blanco, ajeno, extraño, siendo este último la personificación del mal, el conquistador que destruye y usurpa lo autóctono en nombre de Dios. La tierra, la naturaleza, los elementos como el agua, el aire, las plantas y los árboles son sagrados y participan en los poemas como elementos telúricos. Pero también lo cotidiano y simple, como el aroma del café, el color de una blusa o la miel de los higos acarician los sentidos del receptor del texto. De esta manera, Darwish crea y recrea un mundo amplio, un espacio donde el color y el sufrimiento a causa del alejamiento o la pérdida dejan de ser personales, locales o temporales y se transforman en universales y permanentes, alcanzando el tono épico.

No son sólo la historia, las patrias y sus habitantes lo que constituye el foco de atención de Darwish sino también el hombre, el amigo que perdió y la mujer, la amada que se marchó, forman objeto de su poesía. El poema amoroso está escrito en un lenguaje cotidiano a la vez que lírico y tan imaginativo que provoca una honda emoción.

La casa editorial ha acertado plenamente con la edición bilingüe de este poemario de Mahmud Darwish. Además, en la traducción, muy ajustada al original y con gran riqueza de vocabulario, la profesora María Luisa Prieto González ha sabido recrear los poemas como si de originales se tratara, sin forzar o violentar en ningún momento el sentido del propio texto árabe, en un lenguaje terso y fluido. El estudio que introduce este libro de poesía es imprescindible para comprender el amplio contexto histórico, literario y personal en el cual se ha de insertar la obra de Mahmud Darwish. Una buena bibliografía de sus obras, traducidas en las lenguas del Estado español, estudios, reseñas y entrevistas completan la presente edición, la cual, sin duda alguna, será un libro de referencia en la bibliografía de Mahmud Darwish.

Iris Hofman Vannus