Acerca de Menos rosas

Desde la aparición de su primer poemario Pájaros sin alas, escrito en 1960, habían transcurrido veinticinco años de una vida de intensa producción literaria: trece poemarios, dos libros en prosa, Diario de una herida palestina (1967) y Diario de la tristeza cotidiana (1973), cuyos títulos hablan por sí mismos. Una vida intensamente vivida y evidenciada en su trabajo como redactor en la revista literaria al-Ittihad, como imprescindible participante en al-Yadid y Shuun filistiniya, en 1972 como impulsor, fundador y director de la revista literaria al-Karmel, a pesar de los durísimos episodios de encarcelamientos (1961-1969), de exilios, de desarraigo. Poco después de la publicación de Menos rosas, aparecerá en 1987 Descripción de nuestra situación. Selección de artículos escritos entre 1975-1985. Como un ave fénix, cada vez más poderoso y majestuoso en su alto vuelo, Darwish resurge de las cenizas de la terrible e incesante tragedia palestina, dando voz a los despojados de su tierra, pidiendo justicia a la conciencia de los hombres.

En su prólogo a Menos rosas destaca María Luisa Prieta que "sus libros [de Darwish] circulan por millares por todos los países árabes y los estadios se llenan para escuchar sus recitales poéticos, acontecimientos irrepetibles que nadie quiere perderse" y añade que "...para los palestinos...la proximidad física de su poeta es como...un símbolo de la cultura palestina."

Los poemas recogidos en Menos rosas han sido escritos en plena madurez vital y creativa del autor como él mismo asevera en el poema Yo soy de allí (Ana min hunaka), cuando proclama "...He aprendido todo el lenguaje y lo he deshecho para componer una única palabra: Patria..."

La "Patria", Palestina ha sido y sigue siendo el leitmotiv, la fuerza inspiradora del hombre-poeta arrojado de su aldea natal, Birwa, que posteriormente fue borrada del mapa por Israel. Más tarde evoca esta tragedia en su gran poemario Mural (Yidariyya) escrito en 2000, diciendo: "Quiero darme los buenos días a mí mismo/ donde me abandoné siendo un niño feliz [no fue un niño feliz desde aquel día...]"

El calvario palestino hace exclamar a Darwish, con dolor y con sarcasmo en el poema No ceso de hablar: "...Otros tres minutas de libertad y reconocimiento...la asamblea acaba de aprobar nuestro derecho a volver...a un sueño de piedra...y pregunto: señoras y señores de buena voluntad, ¿la tierra de los hombres es para todos los hombres?"

Desesperado, el poeta grita en otro poema El viento nos es hostil: "...¿dónde podemos habitar?..." Plenamente consciente de su lucha quijotesca con el cruel destino proclama en el poema que da título al poemario "Sombría será la noche...escasas las rosas..." para alzarse en permanente rebeldía ante tanta indiferencia y finaliza el poema "...Pero yo seguiré el curso del canto, aunque escaseen mis rosas."

Pero el ensañamiento con Palestina no cesará y años más tarde deberá asistir en Ramala a la destrucción de su casa, la Casa de la Poesía y el Centro de Arte Khalil Sakakini, un acto de auténtico memoricidio de la cultura palestina y la presencia musulmana, como lo fue en Sarajevo donde fue bombardeada la Biblioteca Nacional durante la guerra de Bosnia y como lo sería la destrucción de la Biblioteca Nacional en Bagdad., en la reciente Guerra de Iraq en 2003. Parece que Mahmud Darwish presagió estos actos de barbarie en su poema Vendrán otros bárbaros y en su libro Memoria para el olvido (1989), cuando escribió "...Que lleguen pues los bárbaros..." Estos actos de memoricidio y de lento genocidio y esta situación insostenible y atroz no pasan desapercibidos a los ojos de los intelectuales como Edward Said (m. 2003), Daniel Barenboim, Juan Goytisolo, Antonio Elorza, Susan Sontag o Noam Chomsky; en su libro Poder y terror y una entrevista con Miguel Mora (véase El País, 29 de septiembre de 2003, p. 38) el autor Noam Chomsky expresa su disconformidad con la injusticia prolongada para con Palestina.

No perderá el poeta el aliento y la esperanza, como demuestra en un diálogo imaginario con su padre en el poema Representa mi último papel, preguntando: "...¿Hace falta un teatro, padre?/ Él responde: "Y también hace falta un poeta de camino a Córdoba."/ Solo, se dirige solo a Córdoba,/ y sólo yo le creo cuando miente. Es como yo...un embustero impenitente."//

En su temática, como en la de otros poetas árabes como el iraquí al-Bayati, Córdoba, máximo exponente de al-Andalus y símbolo por excelencia de la cultura andalusí a la vez que del destierro de los musulmanes de España a partir de la Reconquista, está presente a lo largo de sus obras. Tampoco falta el tema en este poemario Menos rosas, donde en el poema Si pudiera volver a empezar expresa su deseo: "...Viajaría de nuevo por los caminos que llevan o no llevan a Córdoba,...Volvería, si pudiera volver, a mi misma rosa, a mis propios pasos...pero no regresaré a Córdoba."

Córdoba, al-Andalus, el paraíso perdido y anhelado por tantos poetas, por la memoria colectiva árabe. Recuerden que aún hoy, con la presencia de tropas españolas en Iraq después de la terrible destrucción y desestructuración sufridas por Iraq, Rajaa al-Juzai, miembro del Consejo de Gobierno iraquí declara en una entrevista con la periodista Ángeles Espinosa (véase El País, 30 de septiembre de 2003, p. 4) acerca de los soldados españoles: "...[Los iraquíes] Estamos contentos con ellos y ellos están contentos y tranquilos con nosotros. Respetan a la gente y su dignidad. Creo que las formas de los españoles son más cercanas a las nuestras, nos parecemos...."

Para terminar, bastan las palabras del propio poeta: "Aquí se acaba la migración de los pájaros, nuestra migración, la migración de las palabras/ Y, después de nosotros, un horizonte para pájaros nuevos.../...golpeamos el cobre del cielo para que excave caminos después de nosotros."

Iris Hofman Vannus