Los pañuelos

Callas como las tumbas de los mártires.
El camino se extiende, y tus manos
-recuerdo-
son dos pàjaros
revoloteando sobre mi corazón.
Deja el parto del rayo
el horizonte envuelto en la negrura.
Y espera besos rojos
y un día sin viático.
Mientras seas para mí,
vete haciendo a mi muerte
y a las penas del luto.
Los pañuelos, cuando dicen adiós,
son como una mortaja,
y el palpitar del viento en las cenizas
se agita solamente
cuando corre una sangre
en el hondo del valle,
y llora -por una voz cualquiera- una añoranza
en la gallarda vela de Simbad.
Yo te pido que cambies el gemir del pañuelo
en flauta que convoque.
Mi alegría de encontrarte, a la vuelta,
aumentaba conforma me iba yendo.
¿Tengo acaso algo más que tus ojos?
¡No llores la promesa de una muerte
ni le pidas prestado
a mis pañuelos
su canto de cariño!
Te lo ruego:
¡Envuelve las heridas
de mi país,
con ellos!

Traducción de Suhail Hani Daher Akel