El reino errante: memorias sobre dos patrias

En sólo treinta y dos poemas, el poeta Jorge García Usta (Ciénaga de Oro, Córdoba, 1960) comprime toda una aventura que tiene como punto de arranque el camino de Damasco a Beirut y que “concluye” en un patio luminoso, a las orillas del rió Sinú, en el continente americano; no obstante, los extremos de esta historia múltiple no son cabos sueltos, pues éstos no sólo se unen sino que se fortalecen en la memoria de sus protagonistas, al evocar el mundo aquel en las antípodas, donde hay una plaza, una tienda en el desierto o la eterna Jerusalén que hasta la muerte sufrirán, tal como lo sentencia uno de los personajes del libro, Yulema Yidi, cuando dice: “Nunca lo olvides, el desierto está dentro de tí”. De modo que, asidos al paisaje de la remota patria, estos patriarcas toman posesión de un espacio que más parece surgir o levantarse ante ellos al tiempo que adopta las formas de sus sueños”. Ellos, Elías Rumié, Nabil Barbur, Bechara Chalela y demás son -al igual que todo el andamiaje del libro muchas presencias pero una sola voz, esa sola voz es el gozo por el nuevo reino, por el doloroso azul del mar Caribe, por las danzas de los nativos y por las nalgas de las mujeres que encontraron aquí. Pero en medio de todo ese deleite circula la memoranza diaria que sostiene la brújula de sus días al par que intensifican esa lucha por dejar de ser forasteros. Todos estos personajes, mantendrán a lo largo del libro ese mismo tono paternal, sentencioso, grave y afectivo que procuran a este poemario uno de sus más llamativos aciertos: la unidad, la recia unidad que exige toda obra solvente.

Es de todos conocido que la poesía para lograr ser Poesía, debe contrariar al lenguaje. Ella debe ser, en medio de su reinventada naturaleza, la emoción misma o lo que conocemos como poético. En otras palabras, deben estar en la poesía, en las palabras de la poesía, las paradojas que a un mismo tiempo enfoquen su debilidad y su fortaleza, lo racional del lenguaje y lo disparatado del mismo. El poeta Jorge García Usta – desde sus libros anteriores ( Noticias desde otra orilla y Libro de las crónicas ) ya nos anunciaba la reinvención de su propio lenguaje que no es otra cosa distinta a domesticar palabra, acuñar neologismos, lograr el justo equilibrio que necesita la palabra para evitar desbordamientos o dispersiones. Es así como el poeta urde sinestesias (“mujeres de ojos sonoros”, “cantar agua en las manos”), hipérboles (“viejos vendiendo montañas”), metáforas (“y aquella mano, ya página de polvo”, los ríos son “angustias vegetales”) y prosopografías (“el nuevo mar sacude su limpia prestancia”), todas de incuestionable origina­lidad. Este otro gran acierto del libro nos corrobora que García Usta ya afinó sus instrumentos lingüísticos y resolvió -para sí el gran problema de la poesía. Celebramos esta obra que se sostiene en cuatro puntos cardinales: Uno, la patria de allá; dos, el nuevo reino conquistado (Vengan a nosotros / las formas de su noche / y haya familias como mares/ y víveres al alba); tres, el arduo trabajo que va de la mano con la aventura y, cuatro: el amor, reino también y aventura inmemorial del hombre (Usted, Someya Báladi, es mi tercera patria).

Aseguramos sin vacilaciones que el poeta Jorge García Usta luego de jornalear en otros predios tal como lo han hecho todos los buenos poetas ya se ha hecho al propio y puede ya decir, lo que no se puede decir.

Cartagena, Julio de 1991 Jaime Arturo Martínez