"La literatura ya no me interesa"

Un hereje ocupa el altar. Pero no se trata de un altar cristiano, sino del altar de las letras hispanoamericanas. Es que el Premio Rómulo Gallegos 2003 lo ganó el colombiano Fernando Vallejo, descendiente rabioso de Voltaire y Sade. Un hombre que define a los curas como "buitres ensotanados" y que ha escrito furiosas líneas contra el Papa, Cristo y Dios. Y, la verdad, contra todo. Los políticos, las mujeres, los pobres, los narcotraficantes y, sobre todo, contra su herida Colombia.

El viernes 27 de junio, Vallejo estaba tranquilo en su casa de Ciudad de México -donde vive hace 30 años-, cuando poco antes de las 10 am sonó el teléfono. Era un periodista de una radio colombiana. Lo felicitaba porque su novela El desbarrancadero había ganado el Rómulo Gallegos. Le pidió una entrevista. Rapidita, por teléfono. Vallejo habló unas cuantas palabras y luego cortó. Pero durante todo ese día, el teléfono no dejó de sonar.

"Me dio mucha alegría, pero lo que sentí más en el fondo fue: ¡qué bien!

Esos son premios que nos dan a los viejitos para que no nos muramos muy amargados", comenta Vallejo. Parece darle lo mismo obtener este prestigioso reconocimiento, en cuya lista de ganadores figuran Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Javier Marías, Roberto Bolaño y Enrique Vila Matas. Ni siquiera lo emociona que sea el primer premio de su vida. "Me imagino que va a ser el último. A los viejitos como yo no nos toman en cuenta sino una sola vez", agrega con una sospechosa humildad.

Tiene 61 años, es biólogo, realizó dos películas sobre la violencia en Colombia. En Medellín o Medallo o Metrallo, como le dice a su ciudad natal. También ha escrito ensayos y seis novelas biográficas, que fueron reunidas el 2000 bajo el título El río del tiempo. Pero los libros que vinieron después también tienen aspectos de su vida. En 1994 publicó La virgen de los sicarios, que lo transformó en un autor más popular a raíz de la adaptación cinematográfica dirigida por Barbet Schroeder. Después vino El desbarrancadero, novela en la que mezcla su clásica visión apocalíptica del mundo con buenas dosis de humor. Este libro narra la historia de un hombre que viaja de México a Colombia para cuidar a su hermano Darío, quien agoniza de "esa enfermedad, hombre, de maricas que es la moda, el modelito que hoy se estila y que los pone a andar por las calles como cadáveres, como fantasmas traslúcidos impulsados por la luz que mueve a las mariposas".

A partir de ese encuentro, el narrador recrea el ocaso de su familia y la angustia de ver al hermano en los huesos, con ronchas en la cara y una diarrea imparable. Lo hace combinando opiniones del presente y recuerdos de un pasado a todas luces mejor. Porque El desbarrancadero, como toda su obra, viene de la pérdida. Sólo que en vez de ser nostálgico, Vallejo cobra revancha: se venga de la madre (la bautiza como la Loca), de los hermanos (fueron 24), de los médicos (que no sabían qué hacer con Darío) y de los políticos (que tienen a Colombia cuesta abajo). El infierno son los otros, como dijo Sartre.

En la portada del libro, el autor aparece junto a Darío. Vallejo está atrás, con polera. Su hermano es el del abrigo. Una portada perfecta para un escritor que ha narrado su vida con la conciencia de que "vinimos a pasar como el viento y a morir". Si Borges escribió la Historia universal de la infamia, Vallejo tranquilamente escribió su Historia familiar de la infamia. Después de todo, él mismo dice que vivimos en un mundo infame.

¿Podrías contarme en qué experiencias o antecedentes te inspiraste para escribir El desbarrancadero?.

¡Uy! Me pides algo muy difícil. Yo escribo siempre sobre lo que he vivido, ¿y sabes por qué, para qué? Porque me hago la ilusión de que lo que paso al papel se me olvida. Y más o menos sí, ése es mi borrador de recuerdos.

Supongo que no recibirás el premio con el trajecillo blanco típico colombiano que García Márquez usó cuando recibió el Nobel.

Claro que sí, claro que no. Ésas son ganas de hacerse ver, ridiculeces.

Dijiste que donarás los 100 mil dólares del premio a una sociedad protectora de animales. ¿Cuándo empezaste a sentir que era más urgente preocuparse de los animales que de los humanos?.

Hace años y años y años: cuando empezó mi desgracia. De no ser por ese descubrimiento, el del dolor de los animales, hoy yo sería feliz. En cuanto al dinero, efectivamente, como dices, lo voy a dar a una sociedad protectora de animales de Caracas, pero a una verdadera, que no tenga papel membreteado ni empleados y a lo mejor ni teléfonos y que sea muy pobre. Alguna habrá, a alguien se lo daré.

¿Crees que la familia está obsoleta? Te lo pregunto no sólo por las connotaciones de El desbarrancadero, sino porque también te opones a la reproducción.

Mi verdad te la digo en pocas palabras: Nadie tiene derecho a reproducirse, imponer la vida es el crimen máximo. La reproducción es infame. Y vivimos en la infamia, comiéndonos a los animales, que también son nuestro prójimo, así no lo haya dicho Cristo. Todo el que tenga un sistema nervioso para sentir y sufrir es nuestro prójimo.

El desbarrancadero va contra el cliché freudiano "hay que matar al padre". El narrador, por el contrario, recuerda con afecto a su papá y odia a su madre. ¿Partiste de tu propia experiencia para construir al narrador?.

El matrimonio entre un hombre y una mujer para producir hijos y llenar este mundo atestado de más gente es una asociación delictiva. Lo que no he logrado todavía entender es por qué en ningún lado lo castiga la Ley. La Ley es una solemne alcahueta.

Consideras trillado usar un narrador omnisciente. Incluso, en El desbarrancadero comparas despectivamente a Balzac con Dios Padre. ¿Ves un camino de renovación en ciertos escritores que cuentan historias a varias voces o mezclan ensayo y ficción? ¿Qué autores actuales te interesan?.

Ninguno, a mí la literatura ya no me interesa. No pienso volver a escribir ni volver a leer. Pero ni el periódico.

¿No ves este premio como un estímulo para seguir con la ficción?.

Estoy muy agradecido con Venezuela que me da su máximo premio, pero ya no me siento capaz de escribir más. Y no es porque no tenga qué decir, sino porque no quiero. Le perdí el gusto a esto.

¿Tienes miedo a repetirte?.

¡Pero si eso es lo que he hecho toda mi vida, repetirme como un disco rayado!.

Si escribir ficción ya no te importa, y tampoco leer novelas, sólo me queda preguntarte si te importan algo tus lectores.

Sí, muchísimo, siento que me acompañan desde lejos, desde el lado de los vivos.

Comenzaste a escribir cuando todos leían a los autores del boom y el realismo mágico estaba en su apogeo. ¿Crees que ahora se ha constatado, con más fuerza que antes, que la literatura latinoamericana es más que eso?.

El boom casi ni lo conocí. Empecé a leer varios de sus autores pero me aburrían mucho. El más grande prosista de este idioma, Manuel Mujica Láinez, sin ir más lejos, no estaba ahí.

En la entrevista que tuvimos hace un tiempo dijiste que te interesaba "desenmascarar impostores". Uno de ellos parece ser Darwin, a quien refutas en La tautología darwinista. ¿Podrías sintetizar por qué lo consideras un impostor?.

¿Cómo alguien que ni siquiera sabía que provenía de un óvulo fecundado por un espermatozoide, pues esto lo descubrió Oscar Hertwig 15 años después de la publicación de El Origen de las Especies, pretendió explicar justamente esto, el origen de las especies? Nadie puede enseñar lo que no sabe, ni dar lo que no tiene. Lo que pasa es que este libro de Darwin ayudó enormemente al triunfo de la teoría de la evolución. Pero Darwin no es el dueño de ésta: más dueños son su abuelo Erasmus Darwin y Lamarck. Una cosa es la evolución y otra la supervivencia del más apto. La evolución es una realidad, la supervivencia del más apto es una perogrullada.

¿Qué otros personajes o ideas piensas rebatir y por qué?.

La gravedad y la luz no son entendibles. Mi impresión es que Einstein es otro charlatán. Si logro escribir los ensayos de física los voy a reunir en un libro que se titulará La claudicación de Newton. El título alude a que al final de los Principios matemáticos de filosofía natural, Newton dice "En cuanto a la causa de la gravedad, no sé cuál sea y no invento hipótesis". "Hipotesis non fingo", en latín.

Leí que habías firmado una declaración contra el gobierno español por exigir visas a los colombianos que visitan España, que es donde se desarrolla buena parte de La rambla paralela, tu último libro.

Esa fue una quijotada de cinco escritores colombianos y un pintor que hace algo así como año y medio le mandamos una carta a Aznar diciéndole que si nos ponía visa a los colombianos para entrar a España no volveríamos a pisarle su país. La visa nos la pusieron y yo no he vuelto ni pienso volver. Me cuentan que dos de los que firmaron la carta, dos cuando menos, ya volvieron. Allá ellos con su conciencia y su palabra.

Es elogiable que hables con tu verdad, pero ¿no temes caer en el fanatismo?.

No temo porque ya caí. Yo soy un fanático de más de veinte causas, todas perdidas. Por eso firmo cartas de ésas.

Alvaro Matus /Santiago de Chile 04 de Julio de 2003