Declaraciones alarmantes del escritor Fernando Vallejo

Fernando Vallejo es polémico donde quiera que esté. Así, por ejemplo, no deja de predicar su pesimismo, de condenar el matrimonio y la reproducción y de repudiar toda la literatura actual de nuestra lengua. "La mayoría de los escritores no saben escribir", afirma, y de paso señala que Gabriel García Márquez carece de originalidad y que sus obras están muy mal escritas.

También, como ya antes lo hizo con Darwin, acusa de impostores a Newton y a Einstein.

En una entrevista especial con Clubdelibros.com, el escritor colombiano afirma que deja la literatura, y anuncia su próximo fin como literato y como ser humano.

La primera pregunta que uno se hace es cuánto tienen de auobiográficos sus libros...

Hombre, esa es una pregunta que se hace siempre todo lector.

Si es una novela escrita en tercera persona, y obviamente como un libro de ficción, dice: ¿Cuánto tendrá esto de verdad? Y si, por el contrario, la siente como autobiográfica, se pregunta lo contrario: ¿Cuánto estará inventado y cuánto tendrá de mentira?

Pero eso yo no te lo voy a contestar. Uno saca la literatura de uno mismo.

Le pregunto esto porque usted empezó su vida de escritor haciendo biografías.

Así es. Yo escribí la biografía de Barba Jacob, uno de los grandes poetas de Colombia; después escribí otros libros y con el tiempo terminé escribiendo una segunda biografía, la de José Asunción Silva, el precursor del modernismo, uno de los grandes poetas del idioma.

Pero la biografía es un género muy distinto al otro, al que le ponen la etiqueta de novela y en el cual caben mucho tipo de libros. De todas maneras este que llaman novela es el gran género de la literatura, y lo es desde hace varios siglos, como lo fue antes la epopeya.

La biografía, sin embargo, ha sido un género menor de la literatura, desde Plutarco y Suetonio hasta los modernos. Yo pensé, cuando escribí la biografía de Barba Jacob, que podía hacer de este género menor un gran género literario.

Fracasé, no es posible. Será siempre un género menor. Evidentemente, hay buenas biografías y malas biografías. Y existen también novelas biográficas y biografías noveladas. Esas ya no son un género menor, esas son literatura especial.

¿Qué es su obra? ¿Biografía novelada o biografía?

Todo lo que aparezca en letra de molde, en letra impresa, es verdad, mientras los procedimientos del escritor no digan lo contrario, no revelen que es mentira.

Hay dos grandes temas o dos grandes ámbitos en su obra. El primero es Colombia, ese país al que usted trata con tanto dolor, a veces con tanta ira, y que usted abandonó hace 31 años.

Mira. Yo he vivido fuera de Colombia la mitad de mi vida, y es como si no me hubiera ido. No ha habido día en mi vida en que no haya tenido puesta la cabeza en ella. Colombia, que es el país de mi niñez y de mi juventud, me va a acompañar hasta la muerte.

Vivir en México tanto tiempo me ha permitido descubrir cuánto tenía yo de idioma local en la cabeza, cuánto tenía de colombianismo. Porque el idioma que uno tiene en la cabeza es el idioma local el de su país. Ese tomar distancia del idioma mío, antioqueño más que colombiano, creo que es uno de los grandes servicios que me he hecho a mí mismo, porque me ayudó a tomar distancia de mi idioma local. Eso no quiere decir que uno cuando escriba no puede utilizar localismos, por el contrario. Yo pienso que el gran idioma literario es la lengua escrita con sus procedimientos y vocabulario enormes, pero vivificada por el habla. Y uno puede vivificar este idioma español, común a todos los hispanohablantes, con el idioma regional. Yo creo que ese es el eje de la gran literatura. Ese fue el cálculo que yo me hice.

Después de tantos años, usted sigue hablando como colombiano y no como mexicano...

Yo hablo como colombiano pero con muchos mexicanismos, y hablo de tú, siendo que en mi tierra, Antioquia, se habla de vos, como aquí en Costa Rica.

Pero le pregunto por esa amargura con que usted retrata a Colombia, que a uno lo conmueve. Hay una actitud como de odiar ese país que usted tanto quiere y de mostrarlo con toda su violencia y todo su dolor.

Colombia es una mezcla de muchas cosas, maravillosas y terribles, como es la vida..., como es la vida. Yo he vivido siempre enfermo de nostalgia, pero una nostalgia incurable, porque la Colombia que yo dejé no es la ahora. La Colombia que yo añoro es la de mi niñez y de mi juventud. Esa ya no existe, y la gran mayoría de los que me acompañaron en la vida ya se han muerto.

Esa desapareció. Evidentemente que lo que más se parece a esa Colombia es la de ahora, con ser tan distinta.

Muchas veces he pensado venirme a vivir a Costa Rica que se parece al Medellín de cuando yo nací. Aquí hablo de la Costa Rica de mi primer viaje, hace 28 años, cuando San José era una ciudad de unos 300 mil habitantes. Un poco más grande era mi Medellín. Yo estaba hecho para vivir en ciudades así. Pero mientras Colombia iba cambiando por su lado yo iba cambiando por el mío, entonces nos fuimos alejando cada vez más, y ahora el retorno es imposible, porque yo puedo retornar en el espacio, pero no en el tiempo, porque la máquina para viajar en el tiempo no existe.

El otro gran tema que se repite es el del destino humano. Podríamos decir que aquí estamos en el ámbito de lo universal. Es el tema que incluye a la religión y su actitud iconoclasta hacia ella.

El sentido del hombre en la vida es ninguno. No hay ningún sentido, ni del hombre ni de ningún ser vivo en la tierra, puesto que vamos a muerte y a la nada, a volver a la materia de donde salimos. En cuanto a la religión, ella es muy reciente. Cristo tiene dos mil años, y el ser humano como especie tiene por lo menos siete millones de años. ¿Dónde estaba Dios entonces durante todos esos millones de años en que el hombre estaba sobre la tierra?

Usted habla mucho contra la maternidad, contra el matrimonio...

La opinión que tengo con absoluta claridad ahora, cuando ya voy de salida de todo, es que nadie tiene derecho a imponer la existencia, que tener hijos es el crimen máximo, nadie tiene derecho a sacar al que no lo está pidiendo de la paz de la nada. Segundo, que vivimos en la infamia, comiéndonos a nuestro prójimo, que son los animales. Eso nunca lo dijo Cristo. Cristo nunca calificó a los animales como nuestro prójimo, y yo creo que todo el que tiene un sistema nervioso para sentir y sufrir es nuestro prójimo.

Esa actitud hacia la Iglesia Católica que vemos en su literatura, ¿usted la comparte en su vida personal?

Lo que yo digo lo digo con palabras muy claras. Pero yo no escribo para sostener tesis. Si ese fuera el caso escribiría ensayos, y no novelas. Yo en mis libros no sostengo tesis. Si algo trasciende de lo que allí digo es otra cosa. Yo nunca he escrito libros para sostener la tesis de que no hay que tener hijos. He escrito libros que muestran que la vida es terrible en la mejor de las circunstancias, con dinero, con salud, con educación.

¿Hay una intención moral en su literatura?

Yo no tengo intenciones en la literatura. Cuando escribo no lo pienso así. Pero sí es moral lo que yo te estoy diciendo. Lo que te acabo de decir es una tesis moral y no pragmática. No se trata de que haya menos gente porque el planeta está superpoblado, no. Voy más allá de eso: lo que digo es que no hay derecho a reproducirse, no por razones de conveniencia, utilitaristas o ecologistas, sino por razones morales, que son más profundas.

Uno siente en toda su obra la crueldad de ese ser humano subhumano, pero que de pronto es capaz de actuar con una ternura y una compasión que sorprenden...

Entre los seres humanos tú encuentras santos, gente buena y bondadosa, gente de alma grande. La mayoría no tiene por qué serlo así. Lo mismo pasa en todas las especies animales. Hay perros de perros; hay perros malos y perros buenos. Tal vez la diferencia es que la mayoría de los perros son buenos, y no podemos decir lo mismo de los seres humanos. Tú la bondad y la santidad la encuentras en el ser humano, pero eso no le da algún sentido a la vida, ni es razón para producir más santos de estos.

Usted ha dicho que se retira de la literatura. ¿A qué se va a dedicar entonces?

Yo la vida le he ido llenando paso a paso y tengo proyectos siempre a muy corto término. La vida mía es un vacío muy grande, que yo la llené escribiendo mucho tiempo.

¿Cómo la voy a llenar ahora? Tengo proyectos para unos cuantos meses más, para escribir unos libros sobre física, donde sostengo que la gravedad y la luz no son comprensibles, y los que nos están dando a entender con ecuaciones matemáticas que las entendieron, como Newton, Einstein y los físicos de la física cuántica, son unos impostores.

El hombre produce grandes impostores. Los de la política y la religión son muy fáciles de desenmascarar. Pero es muy difícil desenmascarar a estos físicos, porque están ocultos por la impostura matemática, construida con un signo de igual que se usa abusivamente en ecuaciones que equiparan el lado izquierdo y el lado derecho como cuando decimos: "2+1=3". Entonces ellos dicen: "Materia = energía por velocidad de la luz al cuadrado", y creen que así están explicando algo, pero lo que hacen es usar ese signo de igualdad de una manera indebida.

Se retira usted de la literatura en el momento cumbre, cuando se ha convertido en una celebridad. ¿Por qué se retira?

Mira, yo estoy escribiendo el libro de mi muerte, en sentido estricto y en sentido figurado. Ya siento que se está acabando mi programa. En cuanto a la literatura, no tengo nada más que decir, ni ganas de decir nada más. Este libro que estoy terminando ahora, y que se llama La rambla paralela, será lo último que yo escriba de literatura. Escribiré, pero ensayos de otras cosas. Pero no voy a repetirme, no tengo que repetirme... Además, el que se muere ya no vuelve a escribir.

Me sorprende que usted no lea...

Yo no leo literatura, pero sí leo libros científicos...

Me refiero a literatura.

Literatura no leo. De niño sí era muy buen lector y leí infinidad de libros; me leí toda la biblioteca que la gente llamaba piloto, sobre todo las novelas. Cuando comencé a escribir, dejó de interesarme lo que los otros me tenían que contar. Primero que nada porque ellos comenzaron a ser más jóvenes que yo, habían vivido menos que yo. Era yo el que tenía que contarles cosas a ellos. Los más viejos, ya los había leído y siento que no me van a hacer ningún descubrimiento. Además todos los libros en lengua española están muy mal escritos. La mayoría de los escritores de este idioma no saben escribir.

¿Qué siente usted por su literatura, por ese cúmulo de páginas que usted ha escrito?

Yo me siento como Lot huyendo de Sodoma y Gomorra y con la prohibición de Dios de no volver la vista atrás. Nunca leo lo que escribo y me tiene sin cuidado lo que se haya dicho. Me sirvió para los fines que me propuse, que eran estos: llenar el tiempo vacío, y ayudarme a olvidar, porque me he hecho la ilusión de que lo que yo paso al papel lo borro de la memoria. No es así, pero es en gran parte así. Sería muy bueno que tuviéramos en la cabeza un borrador de recuerdos como el que tienen las grabadoras, para borrar tanta basura, porque cuando uno ha acumulado muchas cosas la maquinaria se atasca. A mí los libros que he escrito me han servido para llenar el tiempo y para borrar recuerdos. Y una razón más por la que escribo: para molestar a los hipócritas.

Usted fue también director de cine. ¿Le interesa todavía el cine?

El cine para mí es nada más un embeleco y una novelería del siglo XX. No es un arte como se pretendió ni es un gran lenguaje, como se dijo. Es un lenguaje infinitamente limitado. Eso de que, como dice el proverbio chino, una imagen vale por mil palabras, es falso. Al contrario, las palabras no son traducibles en imágenes. ¿Cómo vas a decir "eternidad" en imágenes? En cine, salvo que pongas un letrero, tienes que hacer maroma y media para dar a entender que ha pasado una semana o un mes. El gran lenguaje del hombre es la palabra, que es además la que nos distingue de los animales.

La literatura, al lado del cine, es un gran arte. Y al lado de la música es un arte menor...

Ah, que usted también es músico...

Lo intenté, y toco algo el piano. Pero nunca pude componer, que es lo que me hubiera gustado

Manuel Delgado