Frases
Los
hombres no entienden los libros hasta que han vivido un poco. O de
todos modos, ningún hombre entiende un libro profundo hasta que no
ha
visto o vivido, por lo menos parte de su contenido. El prejuicio contra
los libros ha aumentado por culpa de la estupidez de los hombres que
solo han leído libros.
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Una
gran cantidad de rencor crítico se ha malgastado por no distinguir
entre dos maneras de escribir totalmente distintas. A) Los libros que se
leen para desarrollar nuestras capacidades: para saber más y percibir
más, más rápidamente de lo que se percibía antes
de leerlos. B) Libros
que se han escrito y sirven de reposo, droga, opio, lechos mentales. no
se duerme sobre un martillo o una aplanadora, no se clavan clavos con un
colchón.
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El
hombre que realmente sabe, puede decir todo lo que es transmisible
en pocas palabras. El problema económico del maestro (de violín,
de
idioma, o de lo que sea) es cómo estirar la cosa de manera que se
le
pague por más lecciones.
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El libro
más sucio en nuestro idioma es un asunto manual que enseña
a
las personas cómo ganar dinero escribiendo. El hecho de que defienda
el
máximo posible de degradación no debe cegarnos ante sus méritos
constructivos.
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La
verdadera educación, en último término, debería
los hombres que
insisten en saber, los demás son un mero rebaño.
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Los
artistas son la antena de la especie.
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Una
nación que descuida las percepciones de sus artistas, declina.
Después de un tiempo deja de actuar, simplemente sobrevive.
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Los
artistas y los poetas indudablemente se excitan y sobreexcitan con
las cosas mucho antes que el público en general. Antes de decidir
si un
hombres es un buen o mal artista, sería bueno preguntarse no solo:
¿está
excitado más allá de la cuenta?, sino también: ¿acaso
ve él algo que
nosotros no vemos? Su curioso comportamiento, ¿se debe a que presiente
un terremoto o ha olfateado un bosque incendiado, cosas que nosotros no
sentimos ni olemos?
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La
gran literatura es sencillamente el idioma cargado de sentido hasta
el grado máximo.
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Se puede
reconocer a un mal crítico cuando comienza a discutir al poeta
no al poema.
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La
causa principal de la falta de literatura es de naturaleza
económica. Muchos escritores necesitan o quieren dinero, estos
escritores podrían curarse con una aplicación de billetes
de banco. La
segunda causa es el deseo humano de hablar de lo que no se conoce, o
hacer pasar una vaciedad por una plenitud. Están descontentos de
lo que
tienen que decir y quieren que una onza de comprensión llene un galón
de
verbalismos.
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La música
comienza a atrofiarse cuando se aparta demasiado de la
danza... la poesía empieza a atrofiarse cuando se aleja demasiado
de la
música.
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El
abismo entre Homero y Virgilo puede ilustrarse profanamente con una
de las anécdotas favoritas de Yeats:
Un simple marinero quiso estudiar latín, y el profesor empezó con
Virgilio. Tras muchas lecciones el profesor le preguntó algo sobre
el
héroe. Dijo el marinero, ¿qué héroe? Dijo el
maestro: ¿cómo qué héroe?
Eneas. Dijo el marinero: Ah... ¿un héroe? ¿Eso es un
héroe? ¡Yo creía
que era un cura!
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Creo
que el maestro ideal debe aproximarse a cada obra maestra que
presenta a su clase, casi como si nunca la hubiera visto.
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Algunos
poetas han elegido el rataplán como límite. Otros prefieren
señalar su marcha como una repetición de consonantes y están
los que
prefieren las terminaciones similares de las palabras. Todo esto es
cuestión de detalle. Es posible componer una lista puramente empírica
de
maniobras felices, es posible compilar un catálogo con los poemas
favoritos. pero no se puede facilitar una receta para componer una
melodía mozartiana basándose en que hay que tomar una corchea,
después
una fusa, una semifusa…, etc. No debemos pedir a un profesor de arte
que
nos de una receta para hacer un dibujo de Leonardo da Vinci. De ahí el
extremo aburrimiento producido por la documentación profesoral corriente
o tal o cual tesis sobre prosodia. La respuesta es que HAY QUE ESCUCHAR
EL SONIDO.
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Más
escritores fracasan por falta de carácter que por falta de
inteligencia. La solidez técnica no se logra sin cierta persistencia.
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Cuando
se buscan elementos "puros" en la literatura, se descubre que
la
literatura ha sido creada por las siguientes personas:
Los inventores. Hombres que descubrieron un proceso, o cuyo trabajo
nos da el primer ejemplo conocido de un proceso.
Los maestros. Hombres que combinan cierto número de procesos y que
los
usan igual o mejor que los inventores.
Los que diluyen. Hombres que han venido después de las otras dos
clases de escritores y que no pueden hacer el trabajo tan bien como
ellos.
Los buenos escritores sin cualidades sobresalientes. Hombres que han
tenido la suerte de nacer cuando la literatura de un país ha dado
marcha adelante o cuando alguna rama especial de la literatura es
"saludable". Por ejemplo, los hombres que escribían sonetos
en la
época de Dante, los que escribieron breves poemas líricos
en tiempos
de Shakespeare, o por varias décadas después, o los que escribieron
novelas o cuentos en Francia después de que Flaubert les enseñó a
hacerlo.
Los literatos. Es decir, hombres que no han inventado nada, pero que
se han especializado en alguna parte de la literatura, que no pueden
ser considerados "grandes hombres", o como autores que procuran
dar un
cuadro completo de la vida, o de su época.
Los iniciadores de manías.
Hasta que el lector no conozca las dos primeras categorías, nunca
"podrá
ver el bosque a causa de los árboles". Puede saber lo que le
"gusta",
podrá ser un "perfecto amante de los libros", con una biblioteca
de
libros hermosamente impresos, encuadernados con las cubiertas más
lujosas, pero nunca podrá mostrar lo que sabe, o estimar el valor
de un
libro en relación con los otros, y estará más confundido,
y será menos
capaz de decidirse por un libro en que un autor nuevo "rompe las
convenciones" que de formarse una opinión de un libro de hace
ochenta o
cien años.
Nunca entenderá por qué un especialista se ha enojado con
él por haber
sacado a relucir una opinión de segunda o tercera mano sobre los
méritos
de un mal escritor favorito.
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La primera
fase de la literatura de alguien, lo presentará haciendo
siempre algo "parecido" a algo ya escuchado o leído: la
mayoría de
escritores jamás sobrepasa ese estado.
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Ezra
Pound
(Selección Edgar Allan García)