¿Quién es Czeslaw Milosz?

En la solapa del libro está escrito: "Cuando el poeta polaco Czeslaw Milosz recibió en 1980 el Premio Nobel de Literatura, casi nadie en España sabía quién era." Creo que ahora, dieciseis años después, seguimos igual. Bueno, ya se sabe que los españoles producimos muchos libros....para que los lean otros. De todas maneras, sí, después de leer este artículo, os acometen unas ganas locas de leer al autor y degustarlo en vivo y en directo... no desespereis: en castellano no hay prácticamente nada. Claro que siempre nos queda la posibilidad de leerlo en la lengua del Imperio, como por ejemplo sus obras "The History of Polish Literature" -Nueva York 1969-, "Emperor of the Earth" o "Modes of Eccentric Vision -Berkeley 1977-. También podeis leerlo en su propia lengua, por suspuesto, y en francés.

En castellano publicó una novela "El poder cambia de mano" (1980), aunque ha sido el que más atención le ha dedicado. De esta editorial destacan sus recuerdos en prosa "El valle de Issa" (1981), los ensayos "El pensamiento cautivo" y "Otra Europa" (1981). En 1984 aparecen "Poemas", directamente traducido del polaco por Bárbara Stawicka, profesora de literatura en Poznán -Polonia-, del cual extraeremos los fragmentos que mencionaremos más abajo. Gracias al Premio Nobel, Milosz es conocido fuera de sus patria. Su primer libro de poemas , Poemat o czasie zastyglym (Poema del tiempo congelado), fue publicado en Vilna en 1933. En esta ciudad lituana se desarrollo el grupo literario al que pertenecía, reunido en la revista Zagary -Matorrales- del que Milosz fue el miembro más destacado.. El autor atravesó la dura experiéncia de la Segunda Guerra Mundial y el exilio posterior, escribiendo siempre. Sus palabras tienen la fuerza de quien ha vivido lo que escribe:

"Cuándo íbamos huyendo de la ciudad incendiada,
Lejos ya de sus torres, volteando los ojos,
He dicho: Que el cardo cubra nuestras pisadas,
Que callen en las llamas profetas fervorosos,
Que sólo los muertos hablen de las cosas pasadas,
Nuestra será la estirpe iracunda y nueva,
Libre del mal y de la dicha que allí brotaban.
Sigamos. Y nos abría la tierra una espada de fuego."

En la primera parte de este corto poema reconocemos las imágenes de la destrucción, harto conocidas por películas y otros documentos gráficos, aunque muchos hemos tenido la suerte de no tener que vivirlas. La segunda parte del poema nos comunica una especial manera de ver las cosas..."que sólo los muertos hablen de las cosas pasadas"...¡Qué lúcida condena de las aves de presa -políticos, sobre todo- que revuelven el pasado para obtener votos mediatizando la ira o el miedo! Se necesita, quizá, tener alma de poeta o una inmensa energía interior, para, mientras se corre de la destrucción, imaginar un futuro "libre del mal" que nos aleja.

En su "Discurso de investidura del Premio Nobel", Milosz dice "el santo patrón de todos los poetas en el exilio, aquél que, por medio de la imaginación, visitó sus ciudades y provincias, sigue siendo Dante. Pero ¡cuánto ha aumentado el número de Florecias". El exilio del poeta es en la actualidad el simple ejercicio de un descubrimiento relativamente reciente por el cual sebemos que quienquiera que detente el poder dispone también de los medios necesarios para controlar el lenguaje, y no sólo mediante la censura, sino, sobre todo, alterando el significado de las palabras".

En esta tarea adulteradora, la televisión, la radio y los diarios tienen su ración de responsabilidad. Por ejemplo -sigue recordando nuestro autor- "el significado de la palabra Holocausto experimenta sucesivas modificaciones; la más grave: el hecho de que la palabra empiece a pertenecer exclusivamente a la historia de los judios, como si entre las innumerables víctimas no se hubieran contado también millones de polacos, rusos, ucranianos y prisioneros de todas las nacionalidades". Milosz cree que las dos cualidades del poeta son: "el ansia de ver y el deseo de describir lo que se ve". Nos parecen dos cualidades que vuelven afortunado a quien las posee: incluso aunque nunca haya escrito un poema.

La intención de este breve arículo es rescatar a la poesia de su claustro elitista, romántico y decadente para colocarla donde debe estar: junto a un libro de informática, un periódico o una tijera de podar setos. La poesia es una herramienta más para descubrir la realidad o para comunicar nuestros descubrimientos más personales. También es una clave para elaborar aquellas porciones del mundo que se nos atragantan. Sin duda más allá de los efectos placenteros o terapéuticos de la poesía, es evidente que el acto de crear o de recrear, al igual que el acto de contemplar la belleza -el ansia de ver, no de mirarnos conduce en ocasiones a lecturas más lúcidas y piadosas del mundo del hombre. Milosz nos señala retazos de ese camino al mostrarnos en su literatura como supo hacer evolucionar su "catastrofismo" hacia líricas más filosóficas y tiernas. Una actitud que, reconocemos, resulta menos trivial que las que acostumbramos a encontrar en la vida nuestra de cada día.

Y si esto no os seduce ni convence, recordar la máxima de Trecet en "Diálogos".... Buscad la belleza: es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo.

Ana Escribano y Macedonio Fernández