Carlos Martinez Rivas y la crítica

El mejor de nuestro grupo de tres es Carlos Martínez Rivas. América lo conocerá algún día.

Ernesto Cardenal

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Cuando digo de Ernesto Cardenal y Carlos Martínez Rivas que uno es un tigre y el otro, un ave del paraíso, supongo que lo que quiero decir es que no se pueden comparar.

José Coronel Urtecho

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Carlos Martínez Rivas es uno de los más notables representantes del grupo que sigue al movimiento de la Vanguardia. En realidad, no pertenece a ninguna de las generaciones existentes en su país; comienza la poesía al lado de Ernesto Cardenal y Ernesto Mejía Sánchez, muy joven todavía, después de estudiar en San José de Costa Rica y en Granada. En Madrid sigue la carrera de letras, especializándose en crítica de arte. Vivió largas temporadas en Europa, a veces como diplomático.
Autor de una escasa obra poética en lo que se refiere a la cantidad, Martínez Rivas se mantiene a un nivel elevado desde su primer poema ("El paraíso recobrado") hasta sus más recientes publicaciones, aceptadas con voz unánime hasta por los jóvenes más rebeldes e iconoclastas. Hay alrededor de su poesía una feroz admiración, posiblemente debido a su larga ausencia del país, seguramente por su calidad de poeta muy importante en un panorama de poetas verdaderos.

Stefan Baciu

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Carlos Martínez Rivas nos ofrece su primer libro: La insurección solitaria. ¿Una nueva versión del poeta rebelde? Sí y no. Rebelión y aislamiento pero también búsqueda y reconocimiento de sí mismo y del mundo.
A diferencia de otros rebeldes, Martínez Rivas no quiere ser dios, ángel o demonio; si pelea, es por alcanzar su cabal estatura de hombre entre los hombres. Su rebelión es contra lo inhumano. La rebelión solitaria es legítima defensa, pues ahí, enfrente actual y abstracta como la policía, la propaganda o el dinero, se alzaLa ola de la Tontería, la olatumultuosa de los tontos, la ola atestada y vacía...

Octavio Paz

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[…] en 1967 me encuentro de tertulia en el "Café Gijón" con un variopinto grupo de escritores. Ahora la ingenuidad se ha transformado en curioso dato literario. En aquella mesa se sentaban: Diego Jesús Jiménez, Marcos R. Barnatán, Francisco Umbral, el poeta vanguardista hispanoamericano Julio Campal (que se suicidaría poco tiempo después), Javier Lostalé (gran animador de la poesía por entonces, primero desde la Facultad de Derecho y luego desde "Puente Cultural"), Ignacio Gómez de Liaño, Luis Berenguer (con novela reciente en la Alfaguara de entonces), Carlos Martínez Rivas ("el mayor poeta nicaragüense después de Rubén Darío", solíamos decir entonces ante su culta locuacidad) […]

Antonio Colinas

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Así como un poeta no sólo expresa o le da voz al pueblo, sino que lo crea y lo modela, una institución de cultura, si permanece, le da un rostro a una ciudad, a un estado, a una nación. Nicaragua es pobre desde un ángulo económico; rica, en cambio, si la vemos en el desarrollo de su palabra. Rubén Darío ejerce magisterio universal y ha hecho que en Nicaragua el cultivo de la palabra sea religión de honda raigambre nacional. Ahí han nacido varios de los poetas más altos de la lengua castellana: Salomón de la Selva, Ernesto Cardenal o Carlos Martínez Rivas.

Jaime Labastida

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Martínez Rivas, el más favorecido por la gracia poética de los tres [poetas de la Generación del 40, junto a Ernesto Mejía Sánchez y Ernesto Cardenal], ejecutó en su adolescencia un poema de singular madurez: "El paraíso recobrado" (1943) , diez años más tarde, un monumento excepcional de la poesía española: La insurrección solitaria (1953).
Presidido por una sabiduría fulgurante y un equilibrio verbal, este poemario encierra un programa de vida y una nueva configuración de elementos sustantivos de la sociedad. Para Hernández Sánchez-Barba, la cima que sustituye, releva y contrapone a Neruda una conciencia nueva del hombre en América es Martínez Rivas. Por lo demás, su poesía realiza esplendorosamente el axioma de Baudelaire: la Belleza como el resultado del entendimiento y el cálculo. De ahí que toda su obra posterior, acaso la más rigurosa que se escribe en el verso español de hoy, ofrezca textos extraordinarios o dechados de concentración y perfección.

Jorge Eduardo Arellano

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Carlos Martínez Rivas es un hombre difícil, problemático, solitario, porque vive en su mundo totalmente. Uno debe saber cómo está uno en el mundo de Carlos para meterse allí sin dificultades con él. Uno tiene que acercarse a él con mucho cuidado. Vive en un su mundo poético como ningún otro, muy intenso y muy valioso y muy importante, muy total, pero todo es conforme le vaya a su situación y a su mundo donde él se mueve. Yo he estado muy bien con él siempre, porque lo he querido mucho y he creído mucho en él. Es en el que más creo de todos. Creo que de todos los poetas nicaragüenses de nuestras generaciones, de nuestra época, desde que aparecemos Cabrales y yo, al que más admiro es a Carlos, porque sus capacidades me parecen enormes y sus realizaciones también y su obra me parece muy significativa. Aunque todo ese sucede en su mundo de él, que no es un mundo puramente poético, de una poesía hermética e inabordable; tiene también mucho de sus elementos vitales, de su vida, de su mundo, de sus experiencias y de su país, que es su mundo de él, pero lleno también de este mundo.

José Coronel Urtecho

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Nunca será lo suficientemente citada aquella frase que Octavio Paz dijo en su libro de prosa crítica Las peras del olmo: "La insurrección solitaria -escribía Paz hace treinta años y pico- es el libro de un buen poeta y la promesa de un gran poeta". Acaso yo esté equivocado, pero es claro que la profecía de Paz se ha cumplido a cabalidad. ¿Qué es lo que establece el matiz entre el "grande" y "el bueno"? La continuidad, supongo; el eslabonado encadenamiento, la sucesión de libro tras libro, hacia una totalidad indiscutible y evidente. Neruda sería solamente "bueno" si se hubiera contentado con publicar sus veinte poemas de amor y una canción inesperada. También Lezama sería simplemente "bueno" si tan sólo hubiera publicado "Muerte de Narciso", poema escrito a los veintisiete años de su edad.
El silencio de Martínez Rivas es tópico trillado y obligado entre nosotros, que somos sus discípulos, amigos y posibles herederos. (Debo hacer una salvedad: una vez en Madrid, en 1965, cuando lo llamé "maestro", el poeta me respondió que maestros únicamente era los muertos; que jamás le llamara maestro a un vivo, a un contemporáneo).

Beltrán Morales

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Carlos Martínez Rivas nació en la ciudad de Guatemala en 1924 y se reveló como gran poeta desde muy temprana edad, casi desde niño. A los 16 años ganó un concurso nacional con una poesía muy sorprendente por lo novedosa y original: un prodigio que a muchos pareció muy semejante al de Darío.
A los 18, estando aún estudiando bachillerato en el colegio de los jesuitas en Granada, escribió su extenso poema "El paraíso recobrado" (publicado por los Cuadernos del Taller San Lucas en 1944) que ha sido uno de los eventos importantes en la historia de la poesía nicaragüense y que ha influido mucho. Después de su bachillerato residió varios años en Madrid, y otros en París, después tuvo otra época en Managua y otra en Los Ángeles, California (Estados Unidos), después nuevamente estuvo otros años en Madrid y actualmente vive en San José de Costa Rica.Ha publicado un libro de poemas, La insurrección solitaria (1953), que no es conocido en América Latina como merece, pero que ha influido en muchos poetas jóvenes nicaragüenses y es un libro, en nuestra literatura, de capital importancia.
Su poesía rebelde y de protesta, aunque individual y personalista, está muy bien definida en ese título. A partir de esa publicación la mayor parte de la obra de Carlos Martínez Rivas está aún inédita.Esta renuencia a publicar es la causa de que este poeta --uno de los que ha tenido más talento y genio poético en Nicaragua-- no sea conocido en el extranjero como debiera, pero creemos que cuando sea más divulgado tendrá en otras partes la preeminencia que ya tiene entre nosotros.

Ernesto Cardenal

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Hasta cierto punto, Martínez Rivas es parecido a Picasso, otro artista del siglo XX que conserva muchos ideales estéticos del siglo anterior. En su libro "The Success & Failure of Picasso", John Berger hace una paráfrasis de Ortega y Gasset en La rebelión de las masas y habla de Picasso como un "invasor vertical", un hombre primitivo, un bárbaro cuya obra artística siempre contiene algo del propio país del creador y también del pasado. Martínez Rivas mantiene en su poesía las mismas cualidades salvajes que Baudelaire exalta en la pintura de Delacroix.

Steven F. White