La alameda de tilos

Puerta cochera a medio arco
Colinas, prados, bosques, avenal.
En la verja, la oscuridad y el frío del parque
La casa de una belleza singular.
Allá los tilos circunfieren brazadas
Festejan en el umbro de las alamedas
Su segundo centenario
Con las cúspides escondidas una tras otra.
Empalman bóvedas arriba
Abajo, el madejón pequeño y la floresta
Que las entradas justas
Cruzan rectas.
Debajo de los tilos como en subterráneo
No hay punto claro por la arena
Y sólo en la abertura
del túnel
En lontananza luce la salida.
Pero al llegar los días de florescencia
Los tilos en los cintos de los valladares
Dispersan junto con la umbría
El aroma irrefragable.
Los veranenates con sombrero
Inhalan este olor inconcebible
Sólo a la comprensión de las abejas accesible
En esos instantes forma
-cuando prende al corazón-
el objeto y el índice del libro
y el parque y la parterre su encuadernación.
En el voluminoso y viejo árbol
Cubriendo la casa por encima
Arden, manchadas con gotas de cera,
Las flores encendidas por la lluvia.

Traducción de Víctor Manuel Contreras Toledo