Una entrevista con Bei Dao por César Güemes

La suave pronunciación y el discreto tono de voz de Bei Dao, escritor chino candidato al Premio Nobel de Literatura, se altera una sola vez a lo largo de la conversación cuando toca el tema de la guerra de Estados Unidos contra Irak: ''Definitivamente no es sólo una acción estúpida, sino que va en contra de las regulaciones internacionales. Esta guerra viola y altera la existencia de la Organización de las Naciones Unidas".

Bei Dao, que en castellano equivale a Isla del Norte, es el cuarto seudónimo de Zhao Zhenkai, quien abandonó China en 1989 luego de firmar una petición al gobierno de su país para que fueran respetados los derechos del hombre y la democracia. Antes de ser Bei Dao, fue Ai Shan, Shi Mo y Shi Zhi, personalidades ficticias que le permitieron sortear la censura que pesaba sobre su obra, así como mantenerse a salvo de un régimen adverso a sus ideas. Ponencia en Bellas Artes

Bei Dao, nacido en Beijing en 1949, visita México para participar en el encuentro literario internacional Cartas del destierro, organizado por la Casa Refugio Citlaltépetl y el Festival de México en el Centro Histórico. El poeta y narrador ofrecerá hoy a las 18 horas, en la sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes, la ponencia titulada Literatura underground en China desde 1960. A propósito de la construcción de la identidad, que en él ha sido práctica recurrente, expresa: ''Con el tiempo el problema de la nostalgia va desapareciendo. Claro, es un hueco que siempre se queda en la memoria profunda. Sin embargo, luego de vivir varios años fuera de la cultura materna ya no se sabe exactamente cuál es el país de origen o la ciudad natal. Es un fenómeno interesante".

-En sentido físico, usted se ha venido convirtiendo en un escritor universal.

-Aunque no había escuchado antes el término, creo que la propuesta es válida porque se escribe sin una identidad determinante. Quiero decir: la patria de un escritor es su idioma tanto como su forma de escribir. Por eso alguien que escribe en el exilio va de manera natural más allá de las fronteras y los límites geográficos.

-Si bien ha vivido fuera de China a lo largo de poco menos de 15 años, ¿continúa ejerciendo la literatura en su idioma natal?

-Así es, trato de escribir únicamente en chino pese a que me mueva en el mundo en distintos idiomas. La particularidad de pasar por países como Alemania u Holanda consiste en el alimento que esas culturas me dan y cómo se suman a la formación primera que recibí. Por ejemplo, dentro de mis poetas favoritos cuento a Miguel Hernández, Federico García Lorca y César Vallejo: provienen de un idioma distinto del chino, pero entran muy bien en mi marco estético de referencia.

-¿Cómo vive usted la división entre ser poeta y novelista?, ¿le basta emplear un seudónimo y otro?

-No. Un tiempo me dediqué a escribir lo mismo novela que poesía, hasta que me di cuenta que los narradores y los poetas son animales muy diferentes y casi imposibles de conjuntar. De modo que dejé la novela a un lado.

-¿Era una pelea entre ambas personalidades?

-La mentalidad y la energía que en mi caso empleaba para cada uno de esos géneros era distinta. Un día tomé conscientemente la decisión de dejar la narrativa, porque no era posible mantenerla al mismo nivel que la poesía.
''Un narrador trabaja de manera regular, escribe al día cierto número de horas y cumple con una cuota de cuartillas. Eso no ocurre con los poetas. El proceso por el que paso es similar a la hibernación: debo descansar ciertos periodos que me permiten mantener la energía y salvaguardar esto que conocemos como inspiración.''

-Salió usted de su país poco antes de la tragedia en Tiananmen. ¿Qué tan lejos se siente de aquel suceso?

-Si bien ya no estaba en mi país cuando ocurrió la matanza, y me habría sentido muy distinto de haber pasado ahí el hecho, todavía percibo el dolor de esa herida nacional. Espero que cierre con el transcurso de los años. Pienso que es curable aunque sea a largo plazo.

Las labores de Bei Dao fuera de China incluyen un considerable trabajo en la consolidación del Parlamento Internacional de Escritores. En sus palabras, el organismo ha alcanzado un funcionamiento adecuado ''debido a la solidaridad de los escritores en el ambiente mundial; conseguimos ir más allá de las fronteras nacionales. Esto ha provocado que compartamos muchos elementos entre nosotros. Uno de los ejemplos más claros es la existencia de las ciudades refugio".

-Usted menciona tres poetas de habla castellana, pero ¿qué tan próximo está de los escritores mexicanos?

-Fui cercano de Octavio Paz. Hace 10 años estuve con él aquí en México, comimos y conversamos largamente. Ahora que regreso a su país he vuelto al mismo sitio.
Y he conocido a varios escritores más, aunque en principio mi acercamiento más fuerte fue con Paz.

El tema de la ponencia de Bei Dao para hoy es sobre la literatura clandestina y la aparición hace 25 años de la revista Jintian, que ha tenido dos periodos, el primero de 1978 a 1980 y luego de 1990 a la fecha. La corriente manejada por la publicación era la denominada poesía oscura, que según Dao, ''corresponde a la forma que tiene la poesía, en cierto sentido, aunque también el nombre de la corriente provino de los críticos".

-No es que usted busque ser un poeta oscuro o difícil.

-No, no lo busco. Sé que mi trabajo es complejo y muy distinto de la literatura oficialista que se acerca más bien a la propaganda.

-¿Diría que Jintian cambió de sentido ideológico para su segunda época?

-No precisamente, porque en China la ideología ya no está en la superficie, sino que es un marco de trabajo que implica la identidad, el lenguaje, la mentalidad nacional y el discurso político. Por ejemplo, algunos escritores utilizan al lenguaje oficial para dar a conocer ideas no oficiales, pero si se emplean ese tipo de recursos lo cierto es que todo suena igual.

Los diferentes seudónimos que el escritor ha utilizado obedecen no sólo a una tradición literaria, sino a una necesidad de orden social: ''La tradición china de emplear seudónimos es muy antigua y respetada. Los escritores chinos del pasado empleaban varios nombres para firmar. Se convirtió en una práctica común, aceptada y bien vista. Luego, es necesario recordar que después los escritores se vieron bajo una gran cantidad de presiones y buscaron evitar la censura. Por ejemplo, en los años 80 en China hubo una campaña denominada 'contra la contaminación espiritual', y mi trabajo era uno de los objetivos a destruir. Durante años mis textos fueron prohibidos, así que fui creando diversas personalidades y publiqué con varios nombres. Era un modo de sobrevivir y de no guardar silencio".

-Dado su origen y que su residencia actual se encuentra en Estados Unidos, es necesario que exprese un punto de vista sobre la guerra contra Irak.

-Definitivamente no es sólo una acción estúpida, sino que va en contra de las regulaciones internacionales. Esta guerra viola y altera la existencia de la Organización de las Naciones Unidas. Y si eso fuera poco, lo grave de la doctrina de George W. Bush es que destruye el orden mundial, de tan difícil equilibrio.

-¿Qué puede hacer un escritor ante esa realidad bélica?

-Hacemos lo necesario: escribir. En mi caso he firmado todas las cartas abiertas por la paz que me ha sido posible. Lo importante es no quedarse callado, no otorgar nada por la vía del silencio.

La Jornada virtual México D.F. Martes 25 de marzo de 2003