Antonio Caballero ajusta cuentas

El Grupo Planeta acaba de publicar Patadas de ahorcado, la entrevista que el caleño Juan Carlos Iragorri le hizo a Antonio Caballero. En las primeras páginas nos enteramos del olímpico linaje del columnista: Antonio es hermano del pintor Luis Caballero, sobrino de Lucas Caballero, 'Klim', hijo de Eduardo Caballero Calderón (autor de las novelas El Cristo de espaldas y Siervo sin tierra), nieto de un Holguín que fue Presidente, biznieto de un Caro que fue poeta "y de unas bisabuelas Holguín Dávila que fueron putísimas, es decir, mujeres adelantadas a su tiempo", traduce Caballero.

Luego Iragorri se pone a tirarle la bífida lengua a Caballero (cosa que no es muy difícil) y Caballero 'se destapa'. Dice que Gandhi fue un hombre admirable pero un político fracasado porque su accionar político produjo una matazón sin límites entre la India y Pakistán, y la división intestina entre hindúes y musulmanes con centenares de miles de muertos. Que Churchill es un personaje central del Siglo XX, claro, pero más por su terquedad que por su inteligencia. "Idolatraba a Mussolini", recuerda.

Que el papa Wojtyla es un político polaco de derechas, y un descreído sin fe alguna, como lo probó haciendo blindar el 'papamóvil'.

Que Rafael Reyes brilla como un sol entre los ex presidentes de Colombia, "pero no porque sea un sol en sí mismo sino porque está rodeado de sombras". Que Laureano Gómez y Ospina Pérez son los manantiales de donde brota toda la sangre que anega al país.

Que el primer gobierno de López Pumarejo fue bueno y casi inscribió a Colombia en la onda industrial y la modernidad, pero que en el segundo tuvo que dedicarse a tapar las travesuras financieras de su hijo Alfonso López Michelsen -precoz delincuente de cuello blanco- y terminó renunciando a la Presidencia.

Que a Guillermo León Valencia y sus bombardeos a Marquetalia le debemos la multiplicación de los 50 pioneros de las Farc en los 20.000 hombres y más de 100 frentes de hoy. Que la primera vez que entrevistó a Manuel Marulanda hace 15 años le pareció un campesino muy lúcido, paciente y serio, mucho más serio que sus enemigos. En la segunda entrevista, realizada el año pasado, se había convertido, además, en un criminal político.

Que Gaitán era un agitador político, y su ideología "una mezcla de izquierda, derecha, fascismo mussoliniano, socialismo de Jaurés, demagogia, oportunismo e improvisación". Que Carlos Lleras fue un buen administrador pero no dejó ninguna huella porque su programa bandera, la Reforma Agraria, nunca arrancó.

Que el ELN es la única guerrilla de la historia que ha matado más hombres de sus propias filas que enemigos. Que Virgilio Barco ordenó -o alcahueteó- el genocidio de los 3.000 líderes de la Unión Patriótica. Que cuando lo mataron, Galán era un hombre inofensivo que se acababa de abrazar con Turbay, y que de no haber muerto a tiros habría sido un presidente inocuo.

Que la guerrilla, los 'paras' y el narcotráfico tienen una deuda enorme con Gaviria porque su Apertura arruinó el campo y convirtió los cultivos ilícitos en la única alternativa rentable para los campesinos. Que los 300.000 empleos que pueda generar el Atpa no tapan el hueco de los tres millones de 'parados' que Estados Unidos le impuso a Colombia a través de Gaviria y sus cipayos.

Que el 95% de las utilidades anuales del narcotráfico (unos US$500.000 millones) van a parar a bancos de Estados Unidos (Carlos Fuentes asegura que es sólo el 75%) y que le parece rarísimo que no se conozca ningún capo gringo de la droga.

Que el Establecimiento le pondrá bolas al problema social cuando haya combates en los barrios de estrato seis.

Además de política, Patadas de ahorcado contiene apasionadas reflexiones sobre el periodismo, las letras, la pintura, la tauromaquia, los vicios y el amor. Es un libro de historia casi tan bueno como los de Germán Arciniegas, y un volumen imprescindible para despejar un poco esa enrevesada ecuación llamada Colombia.

El País/Enero 04 de 2003 / Julio César Londoño