La poesía de Mao Zedong  



 

Para Lin Yutan (La poesía china, Madrid, 1972) , el sentido poético del pueblo chino se basa en un pensamiento en imágenes, concretas y emotivas, de carácter sintético, femenino, de prosodia tonal, pictórica, impresionista, sugestiva, evocadora, panteísta y sentimental. Sin la turbadora belleza de esta antiquísima tradición literaria, el pueblo chino, agrega, no hubiera podido sobrevivir hasta el presente. Lo cierto es que la poesía ha asumido en China las funciones de una religión, entendida esta como un acto de limpieza del ánima, ese sentimiento del misterio y de la belleza, que nos lleva a sentir ternura y compasión por nuestros semejantes y las otras criaturas humildes o soberbias del universo.

Rojo, naranja, amarillo,
verde, azul, índigo y violeta:
¿quién danza en el cielo
ondeando esta cinta de colores?

Después de la lluvia
el nuevo sol
cae oblicuo sobre las montañas
y una tras otra se vuelven azules

Hace un año la batalla fue cruenta.
Ahora los agujeros de las balas
adornan las paredes del pueblo
aumentando su belleza
Y las colinas
son mas bellas.

(Mao Zedong, Durante la batalla de Dabaidi, 1933)

La poesía china goza de una tradición de tres mil años, a través de los cuales ha desarrollado sus formas, metros y estilos. Los dos mejor conocidos tipos de verso son el shi y el ci. El primero es la más remota forma de poesía, escrita a menudo con un estricto número de monosílabos para cada verso. El segundo, que alcanzó su apogeo durante la dinastía Song, es un verso con irregular número de palabras, escrito para una melodía determinada. El chino, además, es una lengua de naturaleza musical.

La frecuente omisión del sujeto en sus frases, la inexistencia de una expresa diferencia entre los tiempos verbales, el número en los sustantivos y el caso o el género de los pronombres, ha contribuido a forjar un verso que resulta una materia compacta, cuya interpretación es casi un acto adivinatorio. Es quizás, por esas circunstancias, que desde sus primeros poemas los chinos relacionaron la poesía con la música.
La poesía en China ha estado ligada a la vida y las actividades de la gente más que en ninguna otra cultura. Su poesía ha servido para cantar a los espíritus de los antepasados, celebrar las bellezas de la naturaleza, demostrar amistad, servir de compañía en las reuniones sociales, hacer críticas políticas, serenar el dolor, o progresar en un galanteo amoroso. Dos hechos llaman la atención en esta poesía: su antigüedad y continuidad. El descubrimiento, en el siglo primero antes de nuestra era, de una técnica para hacer papel y la invención de la imprenta, siete siglos después, ayudó grandemente a la diseminación y conservación de la literatura, y desde entonces son cientos y cientos los trabajos que los chinos han consagrado a la recopilación y estudio de su poesía. Otra de sus virtudes es su fácil comprensión, así la poesía china, como cualquiera otra gran tradición poética, tenga sus convenciones particulares, algunas de las cuales suelen parecer extrañas a un lector común.

Es un paisaje de las tierras del norte:
mil millas azotadas por el frío,
diez mil millas manchadas por la nieve.
A un lado y otro de la Gran Muralla
hay espacios sin límite,
el Gran Río,
entre montes y valles,
ha detenido su rumbo impetuoso.
Los montes, serpientes danzarinas de plata,
las mesetas, elefantes de cera al galope,
compiten en altura con el Cielo.
Esperamos un día de sol:
rojo mantel sobre blanco
os parecerán seductores y fascinantes.

(Mao Zedong, Nieve, 1936)

Mao Zedong nació en Shaoshan, un villorrio situado a unos cincuenta kilómetros de Changsha, en la provincia de Hunan, faltando cuatro días para finalizar el año 1893. Hijo de una pareja de campesinos, desde muy temprana edad ingresó en la escuela y tan pronto pudo leer y escribir ayudó a su padre en la administración de la pequeña granja de tres acres que había heredado. Cuando tuvo catorce años, su padre le casó una joven parienta lejana, cuatro años mayor que él, que murió al cumplir ella los veintiuno. Al estallar la revuelta antijaponesa del 4 de Mayo de 1919 ya vivía en Beijing y trabajaba como auxiliar de la biblioteca de la Universidad, y donde sin duda leyó en los libros que traducidos de occidente hablaban ya de las posibilidades de los nuevos cambios sociales en el mundo. Mao, admirador de las novelas históricas, se sabía de memoria varias de ellas, en especial una de Zheng Guanying, Palabras de advertencia para una época de prosperidad, Shengshi weiyan, donde se incitaba a los chinos a adaptarse a los cambios de los nuevos tiempos antes que fuese tarde, desarrollando nuevos sistemas de comunicaciones como el ferrocarril y el telégrafo, la industrialización, la creación de una red de bibliotecas publicas y la introducción del parlamentarismo en el gobierno.
Fue, entonces, desde los años de su juventud, cuando Mao Zedong se aficionó a la lectura de los poetas cuyos modelos usaría luego en sus poemas, infundiendo a sus deseos de la liberación política y social de su país y a su entrañable vocación poética de ese sentido místico de su milenaria poesía. Al leer sus numerosos escritos políticos, como La nueva democracia o Sobre una guerra prolongada, es notorio su extenso conocimiento de los proverbios y las alusiones literarias chinas. Mao continuo, aun cuando cierta crítica no lo haya mencionado, una tradición exclusivamente oriental y particularmente china, de los estadistas poetas que ganaron prestigio en ambas actividades y que como muchos de sus emperador y ministros, a menudo muy crueles, que recuerdan a otros tantos gobernantes árabes de la antigüedad, fueron excelsos y finos poetas.
Para un lector occidental resulta, por lo menos extraño, que uno de los líderes políticos mas subversivos del siglo pasado haya redactado sus poemas usando los moldes mas estrictos de la poesía clásica china, una de las más conservadoras del planeta. Algo así como si Ernesto Guevara Linch hubiese usado de la sintaxis y prosodia de Diego de Torres Villarroel para redactar El hombre y el socialismo en Cuba. Pero debemos recordar que como en casi todos los grandes imperios, la obras canónicas terminan por imponer estilos que con el tiempo nada pueden contener. Asunto que se agrava si tenemos en cuenta que un poeta chino, precisamente hasta los tiempos de la publicación de los poemas de Mao Zedong, lo que hacía era, a partir de los temas tradicionales, realizar tenues variaciones que ofrecieran al auditorio algunos indicios de su tono personal. Visiones del mundo que para los chinos descansaban en motivos contradictorios para los occidental, como por ejemplo, los colores. Mientras que para un occidental el blanco significaría pureza, para un chino representa el luto y de contera la tristeza, la soledad y el frío. O que el rojo signifique para la iglesia católica luto y en China, el color que usan los contrayentes de una boda, o alegría, fervor y vida. Etc., etc.

Acabo de beber del agua de Changsha
y comer de los peces de Wuchang.
Cruzando el río
a lo ancho de mil millas
la mirada se pierde
en el limpio cielo de Chu.
No presto atención al viento
ni a los golpes de las olas:
hoy se lo que es la abundancia,
mejor que cuando paseo
por un bello jardín.
El Maestro dijo a las orillas de un lago:
“La vida fluye. Nadie se baña dos veces
en agua de un mismo río”

(Mao Zedong, Nadar, 1956)

Y siendo cierto que en su apariencia su poesía continúe esta tradición, Mao Zedong introdujo en esos motivos de la poesía china, como en un viejo odre nuevos vinos, sentimientos y asuntos de nuestro tiempo con un espíritu absolutamente iconoclasta, evocando, por ejemplo, el pasado no con nostalgia sino cierta ironía que se resuelve en piedad, o que la vida militar, tan vilipendiada en los siglos remotos por lo que de dolor y separación deparaba a las familias, en las poesías de Mao Zedong merezca exaltación.

Poemas traducidos directamente del chino por Harold Alvarado Tenorio y Li Xue Mei

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