Brane Mozetič

Eres la llovizna que salpica mi cara

Eres la llovizna que salpica mi cara
traes la humedad, suavizas la piel
y la vida se detiene demasiado
ha perdido el futuro y la agudeza

Ya no hay dolor, ni miedo
ni horror, cuando alguien se arroja al río
cuando disparan sobre los vivos, y los cuerpos
sucesivos pasan entre nuestras piernas

Te deslizas por la piel, algo salado, cálido
como en verano, pataleas repitiendo
la misma melodía, sin cesar

me librarás de las sobras, me lamerás
hasta los huesos para que me funda
con la tierra, seré para ti sólo como la lluvia...

¿Ves mis dedos en la oscuridad?

¿Ves mis dedos en la oscuridad?
¿sientes como se pegan en tu
piel, temblando con una fuerza imperiosa
que los impulsa a la profundidad?

O cuando aprieto mis labios contra los tuyos
cuando me aprieto todo contra ti
¿Ves en la oscuridad esta entrega
paz y calma, campo después de la lluvia?

Y, ¿por qué te estremeces cuando me voy
y vuelvo gastado por la lengua de la noche?
¿Ves la muerte en la oscuridad?

No, no la traeré conmigo
desde hace tiempo germina en mí, en ti
crece en nosotros, flor en el campo.

En la noche me abrazas y me aprietas

En la noche me abrazas y me aprietas
miro en tus resplandecientes ojos
tiemblas, como en un sueño mueves
tus húmedos labios, sin sonido, aguzo

el oído para oír la voz al menos
barruntar las imágenes fugaces
los miedos, los deseos, hacia dónde
se alza la cabeza, qué anhelan las manos

No me dejas dormir, me muerdes por todo
el cuerpo, hasta la sangre, hasta el resuello
tengo, dices, tengo que sentirte

después vuelves a apoyarte contra mí
me alivias las heridas como una brizna
susurras las palabras que no existen.

Sospechaste cómo me atraía

Sospechaste cómo me atraía
la gota roja que salía de la herida
me empujaste contra la pared
y vi de lejos aquella sangre

lenta, y pensé que traía
la muerte, pegajosa, cálida
me lancé hacia ti, te arañé, te mordí
te bebí, hasta que me ataste

y, sentado en mí, vertiste tu zumo
sobre mi cuello, mira, sangra tu ternura
y llena nuestros regazos

dice frases insensatas
sobre lo desconocido que se esconde
en esta dulce gota que te dispersa.

Esperándote hasta entrada la noche

Esperándote hasta entrada la noche
me parece de pronto oír un repiqueteo
por el pavimento y los árboles braman
y crujen bajo la luz de luna, como muelas

Destapo el camastro, me recuesto
para que tus manos, tras soltar las riendas
acaricien mi cabello, para que tu rostro
transparente se incline hacia mí

Mira cómo pasan los campos, ciudades
cómo se derrumban los puentes
qué diminutas son ahora las vidas

cuando me miras alejándote del mundo,
me tocas y acaricias con tu fría piel
manchas de oscuridad y ojos enamorados.

Olvidar y dejarse al viento

Olvidar y dejarse al viento
que mueve sus blandos dedos
entre las ramas, que se lleva todo
lejos, cuando el sol toca la tierra

cuando las estrellas llueven del cielo
y como una hoja frágil yaces a mi lado
miramos lejos, fijamente, hacia el más allá
callados, suaves, libres de sobras

te inclinas sobre el agua y hacia dentro
y te maravilla, niño, que exista
un tiempo sin pensar, bello y tranquilo

Olvidar, cuando, abrazados, unimos las bocas
y la lluvia escribe en nuestros rostros
que la vida es el olvido de la muerte.

Combate

El dolor dulce contigo y aún más dulce
la huella de tu sangre, meto despacio
mi mano en ti, nutro tus poros con mi saliva
te unto con mi semen para que te quedes

Comprendiste el deslizar de la tierra
el entrelazar de dos cuerpos
que no quieren secarse, contactos
de los dientes, que hablan de la soledad

o nidos rotos debajo de los árboles
puños apretados, venas cortadas
el aleteo de las aves en fuga, el jadeo

cuando, febriles, rodamos hacia el abismo
cuando me sonríes y te espero
el día se apaga, te hundes en mí, quebrado.


Brane Mozetič (Ljubljana, 1958), ha traducido a su lengua numerosos poetas franceses y publicado una decena de libros de su poesía. Es autor de una antología de poemas homoeróticos eslovenos del siglo XX. Los sonetos que publicamos fueron traducidos por Marjeta Drobnic.

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