| Licor de luna El amor pasacomo un fantasma a través de nosotros.
 Nos llena y nos vacía.
 El amor danza líquido
 en nuestro envase.
 Sólo estamos hechos de distintos materiales,
 hay los que son de esponja
 y los que son de vidrio.
 Un día me caí y me rompí
 en pequeños pedacitos de resplandeciente cristal.
 Mi amor
 se vertió todo en el piso
 y fue absorbido por la tierra fría.
  I.l.s.d.d. Él estaba frente a mí.Yo reconocía esa mirada de lluvia.
 Me miraba y llovia en su corazón.
 Me estaba pidiendo perdón
 por algo que no había cometido.
 Me estaba pidiendo perdón
 por algo que habìa cometido yo.
 Un juglar decaido,triste como sòlo un clown sabe ser,
 me miraba con ojos que imploraban perdòn
 y una herida abierta en el pecho
 mientras yo apretaba aùn en la mano
 el puñal ensangrentado
 que él no veìa,
 que él nunca verìa.
 Algunas personas no nacen para ver los puñales,nacen para amar y sufrir.
 Así él trataba de curarme una herida
 que había yo provocado a él.
 ¿Acaso podía yo amar a un hombre así?
 ¿Acaso podía yo no amarlo?
 Tengo el infierno dentro de mi
 En mis entrañas podridasse agita una serpiente,
 me devora y me quema,
 no me deja respirar.
 La mano del diablo de adentro revuelve los tejidos
 de mi carne.
 El vientre se dilata y se inchay la suave piel se estira
 hasta quebrarse.
 Estoy embarazada del hijo del demonio,se agita convulsamente
 en mi estómago doliente,
 me sofoca y grita:
 Terrible, dolorosa e injusta es la vida. 
 Silvia Favaretto (Venecia, 1977), hizo estudios de lengua y literaturas extranjeras en su ciudad natal, donde trabaja como traductora. Los poemas que publicamos pertenecen a su libro inédito La carne del tiempo. <<< Volver |