| Mientras duran sus alas de cera  Ausenteno percibe
 por donde huye el magma del ensueño
 en el fragor de una noche cerrada en sus ojos.
 Pero un instante de pronto son ríos
 agolpa hirviente
 abraza
 da a luz en la noche de los rostros.
 Un rumor de ojos pasa se contempla. Es el nítido bríoirradiando las colinas fugaces
 los valles ocultos entre los miembros
 grito feraz
 del que nunca ausente nunca escindido.
 Recorre las laderas del olvidoencumbra ceniza vuelo pendular
 y mientras duran sus alas de cera
 recuerda que caerá a un más candente
 socavón a la sombra de su cuerpo
 volverá su grito a llamar:
 en las manos o en la llama
 mientras el látigo articula para oradar agudas letanías.
  Naufragio
 En medio del campo la voz grave
 cubierta por un olvido de tierra
 saluda en ojos de plomo bruñido
 al naufragio rendido en arreboles.
 Una ceniza arquea en la gargantamientras un golpe devuelve obituarios
 que ciernen el espinado pecho
 con lluvia anuncia arsénico y el humo.
 Un hueso cristaliza en la ventanaun camino se reseca en la huida
 como ansia trabada entre confines.
 Camino de regreso está en la huellaapenas si visible minuciosa
 asombra lustros y rostros en la mano.
  Imposible nombrar No es posible escribirel dolor pendular que emana un patio
 sabor sombrío en las esquinas
 en medio de una brisa expósita.
 Ni es posible reunir el tiempo que riela en las campanas
 torres de calcinado albor
 ceniza en los ojos
 durmientes
 acercan
 ondas
 el sonido trabado en el pecho;
 inunda y desagua la noche
 hiela
 un pasmo anuncia
 que no se explica
 cómo los cangrejos desean nuestros ojos
 descansan
 con sus vientres boca arriba
 miden los hilos que unen las estrellas.
 Es imposible nombrara los que escapan mutilados por los ductos del horror
 y a los que impasibles mascan sus propios dientes
  Signo
 Miras por la cesura de tu mano
 como único habitante del poema.
 Lector, caminas hacia la muerte.
 Tú, signo, que se borra y se reescribe. Es otra estrofa la espera en algún libro.  Un Dios enfermo  Herir cada doblés de hierbamantiene un Dios enfermo.
 Así queramos
 lucir la armadura que nos protege
 brillante, rodará vacía.
 
 Gilberto Cerón (Girardot, 1956), pintor y poeta, ha realizado numerosas muestras de su obra tanto individuales como colectivas. Los poemas que publicamos pertenecen a su libro inédito Suspensión de la duda. <<< Volver |