Ramala 
      En Ramala 
        los antepasados jugaban al ajedrez 
        en el cielo estrellado 
        Nadie supo quien iba a ganar 
        Un pájaro preso en un reloj 
        saltaba dando la hora 
      En Ramala 
        el sol trepaba por los muros 
        como un viejo 
        y cruzaba el mercado 
        dando luz y reflejos 
        sobre un plato de cobre 
      En Ramala 
  los dioses bebían agua en vasijas de barro 
  El arco preguntaba a la cuerda dónde ir 
  Un niño iba hacia el oriente 
        para heredar el mar 
      En Ramala 
  la muerte siembra semillas en pleno mediodía 
  que florecen detrás de mi ventana 
  Resistiendo, un árbol adopta 
  la forma original y violenta de un huracán 
      La rosa del tiempo 
      Mientras el portero duerme profundamente 
        la tormenta te hace girar en redondo 
        La rosa del tiempo 
        envejece con el abrazo 
      Cuando los pájaros definen su camino en el cielo 
        tu das vuelta a tu cabeza para mirar el ocaso 
        Mientras cae la tarde vemos 
        la rosa del tiempo 
      Cuando el cuchillo se dobla en el agua 
  cruzas el puente oyendo la música de una flauta 
        Cuando hay conjuras 
        la rosa del tiempo grita y llora 
      Cuando una pluma dibuja el horizonte 
        un gong, desde el este, te despierta 
        La rosa del tiempo florece con los ecos del gong 
      Este momento permanece en el espejo 
        y conduce a la puerta del renacer 
        La puerta se abre hacia el mar 
        donde está la rosa del tiempo 
      Canción del camino 
      Entre el olvido y los árboles 
  los ataques líricos de los perros 
        Al final de un viaje interminable 
        la noche hace girar todas las llaves de oro 
        pero ninguna puerta se abre para ti 
      Un farol acataba 
        las antiguas normas del invierno 
        Mientras camino derecho hacia ti 
        abres el abanico de la historia 
        y una canción solitaria desaparece 
      La campana del anochecer te pregunta con lentitud 
        El eco responde dos veces por ti 
        La noche oscura navega contra la corriente 
        Las raíces generan electricidad en secreto 
        e iluminan tu huerto 
      Camino directamente hacia ti 
        al frente de todo camino extranjero 
        cuando el fuego atravesaba la espesa nieve 
        La caída del sol sella el imperio 
        El libro de la tierra está abierto en esta página 
      A mi padre 
      En una fría mañana de Febrero 
  los robles son del tamaño de la tristeza 
        A pesar del viento, padre, 
        ante tu retrato, te contemplo sin moverme 
      Desde mi niñez 
        vi siempre tu espalda 
        por los caminos que conducían a la monarquía 
        mientras pastoreabas nubes y negras ovejas 
      Un viento elocuente trae inundaciones 
  La lógica de las callejuelas entra en el corazón de la gente 
  cuando envías por mí te vuelves el hijo 
        cuando te sigo me vuelvo el padre 
      El destino camina en la palma de una mano 
        y hace girar el sol, la luna y las estrellas 
        bajo un masculino candil solitario 
        todas las cosas del mundo arrojan sombras dobles 
      Las manecillas del reloj luchan para formar 
  un ángulo agudo y luego son una sola manecilla 
        El trueno enfermo gira en el hospital de la noche 
        golpeando a tu puerta 
      La aurora es como un payaso 
  La llama cambia las sábanas para ti 
        Donde el reloj se detiene 
        el dardo del tiempo pasa silbando 
        Alcancemos esa carroza mortuoria 
        Por esta senda primaveral de ladrones 
        buscamos el tesoro en las montañas 
        y un río suena como si cantara tristezas 
      Las consignas se ocultan en los muros 
        este mundo cambia poco 
        las mujeres se vuelven y entran en la noche 
        y de la mañana salen los hombres       
             Bei Dao  (Beijing, 1949), seudónimo de Zhao Zhenkai, es uno de los más notables poetas chinos y quizás el mejor conocido en occidente. Los poemas que publicamos fueron cedidos gentilmente por su autor y traducidos por Yin Chengdong y Harold Alvarado Tenorio. Vive exiliado en los Estados Unidos desde los tiempos de la masacre de Tiananmen.        <<< Volver  |