Aurelio González Ovies

Área de prioridades

De nada vale decir aquí estoy yo,
gobierno y mando,
si al pasar por Castilla
y ver el sol crujiendo tras
los olmos,
uno no sabe dar gracias a Machado.

De nada sirve
montar revoluciones, modernizar las leyes,
si al entrar en Moguer y abrir sus muros
blancos,
uno no escucha, como un geranio púrpura,
la voz en los balcones de Juan Ramón
Jiménez.

Muy poco importa
marcharse tan de prisa a tantas partes
a todas a ninguna,
sin pararse una vez, y al coger nuevo
aliento y mirar el camino,
sentir sobre la piel: Palabras
para Julia.

Sin duda alguna,
España no va bien, como el resto
del mundo y el fondo de la vida.
Necesitamos agua, pan, un poco
de esperanza. Y poesía.

El veneno agridulce de la vida

Ganar, abrir, cerrar,
perder. Hoy el encuentro
feliz. Mañana la despedida.
Todo es lo mismo
y contrario. Como la luna
y el día. Todo de luz y de
sombra. Como una noche
muy llena y una casa
tan vacía.

Tomo un sorbo. Reconozco la fe.
Amargamente sonrío:
dulce veneno, la vida.

Los panes y los peces

Algo tenían sus manos
como de brote o pozo:
y aunque faltara el agua,
nos mojaban la sed.

Y aunque el sol no saliera,
tocarla, iluminaba.

Y aunque hubiera muy poco
y los días muy duros
y los meses muy largos
y nuestras bocas todas...,
se restaba a sí misma
-tuvo que ser así-,
con tal de que a nosotros
-ilusiones y fruta, sueños y ropa nueva-
se nos multiplicaran.

Ruinas de Olimpia

Olimpia. Madrugada. Ya casi
primavera.

Lenta, unta la luz del día su cuerpo
con aceite muy tibio,
como una diosa joven
encaprichada
en un mortal atleta.

Es vida lo que veo, aunque es muy poco:
un olivo, rocío sobre el mármol
y la humana apariencia de la tierra.


Aurelio Gonzáles Ovies (Bañugues, 1964) ha publicado Las horas en vano; Versos para Ana s/n; La hora de las gaviotas (Premio Juan Ramón Jiménez); Nada y 34 poemes (a imaxe del silenciu).

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