La poesía de Francesco Simonelli
Patricia L. Boero

Soy un efímero y no demasiado descontento ciudadano
de una metrópoli que se cree moderna…

Arthur Rimbaud

La meta es el olvido.
Yo he llegado antes.

Jorge Luís Borges

La lectura se inclina. La lectura se adentra. No es una cuestión de reverencias sino de disponer el oído. Los pasos se fugan, la fruición va tras ellos. En el medio, el reverbero; errancias que se interceptan. Y la inquietante cercanía, la proximidad extrañada. La fuga del poema insiste en el retorno: el de quien lee al territorio de la justa transparencia, esa condición que no revela sino que deja vislumbrar.
Así las siete estaciones que ofrece De los mismos pasos, de Francesco Simonelli. Siete estaciones que son a la vez tránsito y marca, soliloquio y llamada, pensamiento riguroso y ensayo desanudado.
Es inevitable la paradoja. El sueño de la palabra también produce vértigo. El poeta sostiene el vértigo y hace del sueño de la palabra una epifanía donde decir-se en el rastro y desdecir-se en la afirmación es aún posible: historia que pulsa sustrayéndose, escorzo que redimensiona las virtudes de la mirada pero sobre todo, movimiento de fuga tras las huellas del nombre inasible.
Su virtud es interpelación: poner en juego los bordes siempre elusivos del poema sometiendo las palabras a sus propias fricciones y fruiciones, a su desesperación y su ironía. Decir, como quien edifica con fragmentos: escritura del frágil hacer pie, donde las preguntas devienen interrogantes y las respuestas no eluden su faz provisional.
Francesco Simonelli fue, entre cosas, arquitecto. De allí que De los mismos pasos tiente también a una evocación primera: Babel. El sueño de los constructores de edificios que se derrumban junto con la unidad originaria de quienes se entendían por pulsar la misma música. Más allá de los referentes puntuales, no sólo es tentación sino certeza: la primera edición de este poema, realizada en Internet, ostenta un Bruegel elegido por el autor. La conversación que compartimos en ocasión de aquella, discurrió entre dos orillas: Babel como sentencia, Babel como posibilidad. Creíamos en la segunda: la posibilidad de la diferencia, de la búsqueda, la multiplicación de los registros, los intrincados caminos de la polifonía, la seducción del fragmento.
El poema testimonia. De esos fragmentos nace esta voz. Quebrada a veces, extraña otras, íntima consigo misma. La voz recolectora dibuja su paisaje, la geografía de sus materiales. Se dispone en ‘layers’ como metáfora arquitectónica de la ciudad interior. Nos seduce sin enfatismos, nos vuelve habitantes siempre en vela.
Cuando la voz de un poeta calla para siempre, aún permanece algo de sí que continúa diciéndonos. En el silencio de una noche clara, le soñamos a Francesco un encuentro con la fuente, la cifra revelada. A nosotros, contra el olvido, nos queda el volver a escuchar de su volvernos a decir:
’Poema: materia esquiva, hecha de instantes. Derroche humilde. O escondite alambicado. Para sus amantes, la osadía y, una que otra vez, el don de una comunión afortunada. Dibujos del sentido sentido vislumbrándose promesa’.


Francesco Simonelli (Mérida, 1963-2004), arquitecto y maestro en filosofía de la Universidad Simón Bolívar, enseñó diseño e historia de la arquitectura en la Universidad José María Vargas. Patricia L. Boero, directora de Zona Moebius, www.zonamoebius.com escribió la presentación del poeta recién fallecido.

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