Marianne Larsen

Florece un espino blanco

Florece un espino blanco

Ruidos de autopista
a lo lejos

La visión de cabritos vacilantes
con ruedas bajo las pezuñas

Un fiordo parpadea

Una comunidad cargada de emoción espera
muy adentro en el aire un lugar en la tierra

La pradera

La pradera actúa esta noche como lo esencial
y de lo que conversamos esta noche
trata por eso
de tallos y chorrillos y ranas
e insectos y huevos y mirlos
y falta de temor a los contratos de trabajo
de alquiler y otros contratos

Esta noche
un poco lejos de nosotros pasan niños
de la mano de sus adultos

Es una pradera
hay por cierto en ella una gran ciudad

Sondeo de opinión

¿Cuál es tu posición con respecto a la luz matinal?
¿Apruebas las direcciones del viento?
¿Es correcto que alguien sueñe de color
o debería prohibirse?
¿Es que pueden aguantar acaso los entes atómicos mundiales que las brisas y las bandadas de pájaros sigan yendo y viniendo?
¿Qué piensa usted de un veneno como el acónito de invierno?
¿Podrá tal vez ser buen negocio mirar
con la vista perdida por encima de un mar?
¿Hay suficientes estrellas en el cielo?

Insumiso

¿Quién crees que eres, para poder vivir sin comida;
beber sin taza; vivir sin casa?
¿Quién crees que eres, para poder viajar sin salvoconducto;
dormir sin despertador; sonreír sin dentífrico?
¿Quién crees que eres para poder tener amigos sin mentir;
usar las carreteras sin pagar; usar la luz sin encenderla?
¿Quién crees que eres para poder llenar formularios
sin proporcionar datos personales;
llevar joyas sin estar asegurado; ver películas sin pantalla?
¿Quién crees que eres para poder sentirte en casa
sin tener una habitación de la que te pueda echar un abogado; viajar sin un vehículo al que la policía le pueda quitar la placas de matrícula; disfrutar de refrescos fríos
sin nevera de la que escapará el frío;
celebrar tu cumpleaños sin un registro civil que pueda mostrar que los alrededores están llenos de ostros datos como tú?
¿Quién te crees que eres para que nadie te engañe en tu huida del poder?

Fábula

Cuando la gente se despierta por la mañana en sus aisladas
células familiares con un raro sabor de canciones de libertad en la boca, se despierta también su vacío.
E inmediatamente el vacío empieza a alegrarse de ver
a la gente desaparecer en la oscuridad camino de las máquinas que esperan para poder tener las habitaciones y cosas de la familia para él solo.
Espera invisiblemente tenso.
Cuando está seguro de que todos, la madre y el padre y los niños, se han marchado, salta como un duende de una caja y se pone a fisgar y a mandar.
Nadie sabe lo perverso que es el vacío.
El vacío que se queda en las casas privadas cuando la gente ha salido. Fisga las cartas y los armarios de la gente, se prueba toda la ropa, mirándose y remirándose en todos los espejos. El vacío tiene luz verde cuando la gente no está en casa. La gente odia al vacío y el vacío odia a la gente.
El tiempo que están obligados a estar juntos es un tormento. Pero cada uno se traga sus propias aversiones.
El vacío se las traga porque sabe que le espera una mañana feliz cuando la gente desaparece de su vista todo un día de trabajo.
Pero por qué se guarda la gente su aversión por el vacío en su interior, ellos no siempre pueden esperar una alegre mañana lejos de él en la oficina y en las fábricas.
No, pero en las fábricas pueden aprender a estar unidos,
y cuando están unidos no notan tanto el vacío.
La gente habla siempre de unirse para alejar
el vacío de sus casas y trabajos.

 


Marianne Larsen (Kalundborg, 1951) hizo estudios de literatura y chino en la Universidad de Copenhagen y ha traducido poetas chinos a su lengua. Con la publicación de Koncentrationer, a los veinte años, se consagró como una de las más renovadoras poetas de su país. Ha recibido numerosos premios literarios, y viajado extensamente por Europa y el Oriente. Traducciones de Francisco Uriz.

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