Ary Dos Santos
La liturgia de la sangre

Caminaremos con los ojos deslumbrados
y los brazos extendidos,
y en los labios inciertos llevaremos
el gusto a sol y a sangre de los sentidos.

Donde estuviéramos, ha de estar el viento
cortado de perfumes y gemidos.
Donde viviéramos, ha de ser el templo
de nuestros jóvenes dientes devorando
los frutos prohibidos.

En el ritual del verano descubriremos
los secretos de los dioses interdichos
y marcados en la testa exaltaremos
estatuas de héroes castrados y malditos.

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¡Oh dios de la sangre! dios de la misericordia.
¡Oh dios de las vírgenes locas,
de los amantes con celo,
pon sobre el vientre tus manos de rosas,
unge nuestros cabellos con tu desvarío!

Desciende sobre nuestro cuerpo como un airado falo,
fustiga nuestros miembros como un látigo loco,
en una lluvia de fuego tórnanos sagrados,
inmola nuestros sexos a un arcángel rubio.

Persíguenos, atúrdenos, degüéllanos, castíganos.
Arráncanos los ojos, violéntanos las bocas,
tapiza de flores la calle que seguimos
y carga de aromas la brisa que nos toca.

Desnudos y ensangrentados danzaremos a la gloria
de nuestros esponsales eternos con el estío
y coronados de escarnios traeremos la victoria
de reírnos del mundo en un lecho vacío.

Retrato de Rimbaud

Pues conmigo en la cama es que yo te quería
morderte los sueños visibles y perversos
y ahorcado en los cuernos de la poesía
restregarme en las imágenes y en los versos.

Pues conmigo en la cama es que yo te quería
arco iris de letras flor de gritos
danzando hasta el espasmo de la alegría
el apasionado baile de los malditos.

Pues conmigo en la cama es que yo te quería
iluminado por el deseo abierto
de la bala que se ve no se vigila
que está cerca y parece tan lejos.

En la mesa del santo oficio

Tú les dirás, mi amor, que no existimos.
Que nacemos de la noche, de los árboles, de las nubes.
Que llegamos, amamos, pecamos y partimos
como el agua de la lluvia.

Tu les dirás, mi amor, que ambos nos reímos
de lo que dicen y piensan
y que nuestra aventura
está en el viento que pasa y que ya oímos,
está en nuestro silencio que perdura.

Tú les dirás, mi amor, que no hablaremos
y que enterramos vivo el fuego que nos quema.
Tú les dirás, mi amor, si fuera preciso,
que nos desperezaremos en la hoguera.

Poesía-orgasmo

De sílabas de letras de fonemas
se hace la escritura. No un verso.
Tiene que correr en el cuerpo de los poemas
la sangre de las arterias del universo.

Cada palabra ha de ser un grito.
Un murmullo un gemido una erección
que transporte de lo humano a lo infinito
al dolor al fuego a la flor a la vibración.

¿La poesía es de miel o de cicuta?
¿Cuando un poeta se interroga y escucha
oye ternura lucha espanto o espasmo?

Oye como quisiera que fuera la flor
hacer poemas es escribir amor
y poesía ha de ser orgasmo.

In Memoriam

Que la tierra le sea pesada.
Que se le pudra el cuerpo y los ojos queden vivos,
se le caigan los dientes y el hambre quede intacta
y el alma, si la tuviera, que la fustigue el viento
y arrase con ella la memoria grabada
en el recuerdo demente de los que lo lloran.

Que la mujer que fue de él oiga el viento en la noche,
lleno de huesos y de aullidos
y de garfios afilados
y que comparta su miedo con el primer intruso
y que el viento se insinúe entre las puertas cerradas
y registre en el cuarto
y suba por la cama
y le entre por la mirada como estiletes de acero,
le penetre en los oídos con agujas de ruido,
le enrede los cabellos con un nudo de sollozos,
le desfigure el rostro como un ácido en llama.

¡Que la mujer que fue de él oiga el viento en la noche,
que la mujer que fue de él oiga el viento en la cama!

Que al nombre que fue suyo lo persigan los ecos,
lo griten en el desierto las gargantas sedientas,
lo murmuren en lo oscuro los mendigos con frío,

lo clamen en las ciudades los niños con hambre,
lo solloce el amante que ha quedado impotente,
lo maldigan en el exilio las almas sin descanso.

Que su nombre sea una bandera negra,
un párpado enfermo,
un vómito de sangre.

Que el gesto que era suyo lo imiten las madres
que se retuercen de dolor
cuando abortan en las tinieblas,
lo diseñe la lumbre de los brazos amputados,
lo perpetúe las burlas de los jóvenes mutilados,
la danza del condenado que muere en la hoguera.

Que el gesto que fue suyo sea el puñal del loco,
el arma del ladrón,
el estigma del vencido.

Que la sangre que era suya la husmeen los perros
en las venas de sus hijos.
Que la sangre que fue suya se les vea en las manos,
Y les apriete el pulso como grilletes de lodo,
Les cargue la mirada con un soplo de infamia,
Les marque la cabeza con un escupitajo de fuego,
Les atormente los pasos como un peso de deshonra

Que la sangre que era suya sea el rictus de la tara,
La máscara de sal,
La venganza del pobre.
Y que el Exterminador, en su trono de azufre,
Lo haga agitar los cascabeles de la tortura
Hasta que el mundo lo olvide
Y nadie más lo llore.

 


José Carlos Ary dos Santos (Lisboa, 1937-1984), poeta, declamador, cantante y comunista, fue una de las figuras emblemáticas de la Revolución de los Claveles portuguesa. Liturgia de Sangue (1963), fue su primer libro de poemas, al que siguieron Azul Existe, Tempo de Lenda das Amendoeiras y Adereços, Endereços (1965). Toda su poesía fue recogida en Obra poética de 1994. Entre sus discos mas famosos figuran Ary por si próprio (1970), Poesía Política (1974), Bandeira Comunista (1977) y Ary por Ary (1979). Traducciones de Alex Fleites.

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